CAPITULO IV
EL ISLAM Y LA EDUCACION DE LA MUJER
En el Islam, la instrucción, es tanto un deber para el hombre como para la mujer: la religión islámica no hace discriminación alguna entre hombre y mujer en lo que concierne a los deberes religiosos, la vida espiritual, y tampoco hace distinción en lo que respecta al derecho a la instrucción y a la cultura. El Profeta dice: "La búsqueda de la instrucción es un deber para todo musulmán y toda musulmana," sin diferencia entre ellos en esa búsqueda. En el Islam la instrucción es sagrada: todo musulmán y toda musulmana tienen el deber de adquirirla.
En la época pre islámica, las mujeres tenían derecho a la instrucción. Existieron mujeres de letras y poetisas. Con el advenimiento del Islam, la vida intelectual gano nueva vitalidad entre los pueblos árabes. Las mujeres adquirieron derechos sociales que no gozaban antes, y, la instrucción, se extendió entre ellas. Los escritores e historiadores citan los nombres de musulmanas instruidas, que sabían leer y escribir. Durante los primeros siglos del Islam, al-Balazuri confirma que Hafsa, esposa del profeta, leía y escribía, así como Aicha hija de Saad, y que Aicha hija de Abu Bakr, leía el Corán y había adquirido un profundo conocimiento; el Profeta dijo de ella: "Completad vuestra religión por intermedio de esa dama." Y Orwa ibn al-Zubair dice a tal respecto: "No conozca a nadie que sea tan versada en la doctrina, la medicina y la poesía."
Ella ha compilado más de mil tradiciones del Profeta.
Entre las mujeres musulmanas que se han distinguido, destacamos: "al-Jansa, poetisa árabe conocida por su talento poético, su sincero patriotismo, su fidelidad y espíritu de sacrificio, y, Sakina, hija de al-Husein, poetisa, mujer de letras, música y juiciosa critica; los poetas afluían de todas partes hacia su residencia, donde se celebraban justas oratorias, en vero, en su presencia. Aicha, hija de Talha, siguió las huellas de Sakina distinguiéndose en la crítica de la poesía y en el canto; los escritores, los poetas y los raíz" se reunían en su casa para discutir sus obras ante ella.
En los libros árabes abundan los nombres de musulmanas que se han distinguido en las ciencias religiosas, literarias y médicas, así como los nombres de esclavas celebres por sus dones literarios y artísticos. La mujer musulmana se ha destacado por lo concienzudo de su obra y por la precisión y honestidad sobre aquellos que citaba.
Aquellos que citan los versos de los poetas de la época preislamica y los sabios celebres se refieren a esas cualidades. El gran tradicionalista al-Hafiz al-Dahabi dice: "No he conocido a mujeres que hayan sido tachadas de mentirosas o cuyas conversaciones fueran descuidadas." Entre las mujeres celebres en el dominio de la tradición citamos: Karima al-Marwazieh y Sayidah'al-Wizara's que han sido de las mas celebres entre las que han citado las tradiciones compiladas por al-Bojari. Al-Hafiz Ibn Asaker- uno de los comentaristas de las Tradiciones del Profeta – afirma que el número de mujeres que fueron profesores suyas se eleva a más de ochenta.
Una mujer de la nobleza de Qoraish cometió un robo, tuvo que sufrir el castigo que se infligía a los ladrones en tiempos del Profeta. Un musulmán, intento interceder en su favor, el Profeta le dijo: "¿Vas a intervenir para evitar un castigo impuesto por Dios?" Y alzándose continuo: "Hermanos míos; se equivocaron vuestros antepasados que perdonaban al noble y solo infligían el castigo al débil que robaba. Juro que si Fatma hija de Mohamad robara, el mismo le cortaría la mano."
En el Islam, mujeres y hombres son iguales ante la recompensa y el castigo; única cosa que les distingue es que, el hombre, tiene el deber de subvenir a las necesidades de la mujer, de protegerla y defenderla.
Dios ha dicho respecto a la mujer: "Pues, en el bien, el mismo tratamiento es debido a ellos y a ellas. Pero los hombres tienen preferencia sobre ellas." Cuando el Profeta predico las enseñanzas y preceptos del Islam, lo hizo sin discriminación entre hombres y mujeres.
Quienquiera que estudie el problema de la instrucción de la mujer en el Islam se encontrara ante dos opiniones contradictorias.
1-Una opinión que sostiene que la mujer debe estudiar el Corán y la religión y nada mas. Prohíbe que se le enseñe la escritura y la poesía.
Los partidarios de esa opinión han exagerado llegando incluso a pretender que la mujer no tiene ni inteligencia ni fe, y que esa deficiencia es una de las razones por la que no se incita a su instrucción. Uno de esos poetas dice a tal respecto:
"Las mujeres no tienen ni inteligencia ni fe. Nunca les hemos oído expresar una idea juiciosa. Con respecto a la perfección, Dios no ha escogido a ningún profeta entre la mujeres."
Entre los que defienden esa opinión esta el-Kabisi, el jurista de Kairauan; no ve inconveniente en que se enseñe el Corán y la religión a la mujer, pero no "la poesía": "que aprenda más bien aquellos que le proporcione la seguridad y que la proteja de la seducción, Y será preferible no enseñarle la escritura."
Es un argumento falso que perjudica a la mujer y no es adoptado por la mayoría de los musulmanes.
2-La opinión de los que reclaman la instrucción para la mujer musulmana.
Es una opinión juiciosa que tiene por fundamento las TRADICIONES del Profeta recomendado la instrucción de la mujer. Entre esas TRADIOCIONES, recordemos esta: "La búsqueda del conocimiento es un deber para todo musulmán y toda musulmana". El Profeta dijo también: "Un hombre que tenga a su servicio una esclava, que la instruya, la eduque, la libere y después se case con ella, será doblemente recompensado." El Profeta animaba a sus esposas a instruirse.
Ha prevalecido la opinión que desea que la mujer musulmana aprenda a leer y a escribir; y la mujer musulmana ha alcanzado el más alto grado de la ciencia y de la cultura. Durante el siglo de oro del Islam, recibió una notable educación e instrucción. Había entre ellas escritoras, poetisas, médicos, institutrices y jueces. Los que se oponían a su instrucción no lograron su objetivo sino en los países débiles y subdesarrollados. En esos países la mujer quedo privada de instrucción y de luz. Fue relegada a su hogar, ignorante, sin saber leer ni escribir.
En las obras relativas a la literatura árabe y en las Suras, encontramos un gran número de mujeres musulmanas celebres. Citamos algunos nombres a título de ejemplo:
1.Aleya, hija de al-Mahdi, poetisa célebre por su talento genial, sus versos tenían un sentido delicado y un tono elocuente.
2-Aicha, hijo de Ahmad Ibn Kadim, nacida en Córdoba. En su tiempo, en Andalucía, nadie igualada su inteligencia, su conocimiento, su educación, su inspiración poética, su elocuencia, decencia y virtud. Tenía una bellísima calígrafa y transcribía el Corán; poseía una colección de obras preciosas en su biblioteca y en su casa. Murió en el año 400 de la Hégira.
3.Oullada hija del Califa Al-Mustakfi Billah, literata y poetisa. Rivalizaba con los poetas y literatos de su época. Su palacio era un cenáculo que frecuentaban los literatos, poetas, los ministros, los sabios y magistrados.
4.Lubna, mujer de letras en el Diwan del Califa Al-Hakem Ibn Abd el-Rahman, escritora de talento, poetisa, matemática y sabia distinguida. Murió en el año 392 de la Hégira.
5-Fadl, una esclava que se distinguió en la literatura, la poesía y el canto. Fue comprada y ofrecida como regalo al Califa al-Mutawakel. Era célebre por su inteligencia, su presencia de espíritu y su talento en la poesía lirica, que necesita delicadeza de carácter, sentimiento y don de conmover. Igualo a todos los genios que vivieron en su tiempo, tales como al-Bohtori, Ibn al-Roumi, Ali Ibn al-Gahm.
6.En su obra sobre los médicos, Ibn Abi Usaibi'ah menciona a dos doctoras musulmanas que estudiaron la medicina y la practicaron: una de ellas fue Zenab, de la tribu de Banu'ud, famosa oftalmóloga.
Durante la guerra, las mujeres musulmanas curaban a los heridos, las ayudaban y socorrían como hacen en nuestros días las damas de la Media Luna Roja y de la Cruz Roja.
Se cuenta el siguiente relato hecho por Omaya, hijo de Kais, de la tribu de los Banu-Ghaffar: "En compañía de algunas mujeres de los Banu-Ghaffar, fui al encuentra del Profeta en el momento en que se disponía a librar la batalla de Jaibar.
Nosotras le dijimos: "Oh enviado de Dios: queremos ir contigo para cuidar a los heridos y ayudar lo mejor posible a los musulmana." El respondió; Con la bendición de Dios". Y al-Rabi, hija de Mu'awez dijo: "Íbamos al ataque con el Profeta. Dábamos de deber a los hombres, les servíamos y curábamos sus heridas. Transportábamos los muertos y heridos a la cuidad".
Entre las doctoras musulmanas podemos citar: Om al-Hassan, hija del juez Ali Gaafar al-Tangali, fue excepcional en el campo de la medicina, uniendo a su habilidad profesional una amplia cultura y extenso conocimiento científico. La hermana de al-Hafiz Ibn Zahr y su hija eran doctoras eminentes que distinguieron en el tratamiento de enfermedades y en la ginecología.
7-Durante los Abasidas, en tiempos del Califa al Moqtadir, los libros de historia mencionan a una mujer que fue juez. La gente estaba satisfecha de la forma como administraba justicia; reconocían su merito y capacidad en materia jurídica.
Aunque el campo de la política es espinoso, vemos que numerosas mujeres musulmanas se internaron en ese terreno, confiando en su elocuencia, en sus sentimientos, decididas a conmover por la presencia de espíritu y sus dones oratorios. Citamos, a título de ejemplo, la lucha que opuso a Ali y a Mo'awiya. Mujeres tales como Hind, hija de Yazid al-Ansarya, al Zarqua, hija de Ali Ibn Kais, Om al-Khair al-Bariqya y Akrasha, hija de al-Atrach sostuvieron la causa de Ali. Mo'awiya Ibn Abu Sufian sintió gran admiración por esas mujeres que se le opusieron y levantaron la voz contra él. Mando llamar a algunas, para discutir con ellas, y saber qué es lo que harían ahora que Ali estaba muerto y que él, Mo'awyia, se convertiría en Califa.
Al-Jayzuran y Chagaret al-Dor tuvieron un importante papel en la política del Estado islámico.
De lo que precede se desprende claramente que la mujer musulmana no se contento tan solo con adquirir el saber; saco provecha de sus conocimientos, de su perspicacia, de su gusto por las letras y de su actividad intelectual en la política, las cuestiones sociales, la medicina, la jurisprudencia y la enseñanza. Pero, la mayoría de las mujeres que trabajan, profesaban la enseñanza; tal es el caso también en nuestros días. Los hombres enseñaban a las mujeres y viceversa.
Ciertos sabios y hombres de letras se inclinan ante los meritos de la mujer musulmana. Ibn Jallikan declara que Om al-Mo'ayad, Zeinab, hija de Al-Shir'i había aprendido la ciencia de eminentes sabios cuyas opiniones citaba. Obtuvo un diploma científico y literario. Ibn Jallikan confirma que ella le había otorgado un diploma, escrito de su propia mano, en el año 610 H.
Cuentan también que, Tarfa, hija de Abdel Aziz Ibn Musa, fue alumna de un gran número de celebres sabios andaluces de su época, habiendo leído un gran número de sus obras, y, que a pesar de estar casada, su marido le había concedido el permiso de enseñar la sustancia de esos libros a sus alumnos. Un gran número de mujeres se consagraron a la enseñanza religiosa a las musulmanas.
Fue así que la mujer musulmana estudio las letras, la religión, la medicina. Ocupo cargos de juez y se mezclo en los asuntos políticos. Encontramos entre ellas poetisas, oradoras, juristas, doctoras, jueces, y políticas, Muchas de ellas alcanzaron altos rangos en el campo de la ciencia. Algunas fueron institutrices del Imam el-Shafei, de Ibn Jallikan, de Ibn Hayan, que son faquihes, sabios y escritores celebres. ¿Acaso no es ese punto, un gran honor para ellas, comparadas con las mujeres de otras religiones? Y ¿Acaso no es esa la prueba patente de la libertad de enseñanza, de la democracia en armonía con la adquisición del conocimiento y el despertar espiritual del Islam?
PARALELO ENTRE LA MUJER MUSULMANA
Y LA CRISTIANA EN LA EDAD MEDIA
Si hojeamos las páginas de la historia de la Edad Media, descubriremos que la mujer cristiana era bastante ignorante. Los antiguos griegos – exceptuando Espartiates y Platon – a pesar de su refinamiento y civilización, consideraban a la mujer como un objeto de placer del cual gozaba el hombre según su voluntad; estaban privadas de la instrucción y de la igualdad social. Los alemanes compartían esa opinión diciendo: la biblioteca de la mujer es su guardarropa." Por otra parte, los franceses consideraban que el lugar de la mujer era entre cuatro paredes. Vemos que, por el contrario, la mujer musulmana había alcanzado en la Edad Media los más altos grados del conocimiento, del saber y de elevación moral. Durante el siglo de oro de la civilización islámica, participaba en la vida religiosa, social y política de la sociedad musulmana, alcanzado un nivel muy alto, cultural y científico. Se deduce, que es falsa la opinión, comúnmente extendida entre los occidentales, pretendiendo que la ignorancia de la mujer musulmana es una consecuencia de la enseñanza religiosa y de las tradiciones islámicas. El Islam es una religión de conocimiento, no de ignorancia, de luz, no de tinieblas, exhorta a la instrucción de mujeres y hombres; tan solo un espíritu fanático ha podido extender tan falsa opinión.
Los que hojean la historia de la mujer musulmana hallaran ejemplos de grandeza espiritual, la preocupación por los valores morales a los cuales nos hemos referido durante la educación de la mujer en la época del renacimiento islámico. Si, la mujer musulmana tiene un pasado glorioso del cual puede sentirse orgullosa la mujer de hoy, y sobre el cual pueda edificar el precioso patrimonio de nuevas conquistas espirituales y científicas.
No hace falta mencionar las ventajas que, gracias a la educación de las jóvenes, se reflejarían sobre la nación islámica. Han pasado los tiempos en que se consideraba una vergüenza la educación de la mujer. Todo padre musulmán debe instruir indistintamente a sus hijos y a sus hijas. La educación de un joven alcanza a un único individuo, pero la de la mujer se extiende a toda la familia, pues la joven de hoy es la madre que, mañana, será la educación de sus hijos. Si echamos una ojeada a la historia, veremos que las madres tuvieron un gran merito en la formación de los hombres celebres.
Han pasado los tiempos en que la mujer musulmana era infeliz, privada de sus derechos, olvidada en lo referente a la enseñanza. Ningún musulmán puede negar los beneficios que trae consigo la educación de la mujer, esa instrucción que conduce a la virtud, al progreso y a la perfección en todos los dominios de la vida. No es vergonzoso instruir a la mujer, pues ello le permitirá ganarse la vida, contar con ella misma si cayera en la desgracia, o si al perder padre o marido miseria se abatiera sobre ella. ¿Acaso se puede decir que es una vergüenza darle la vida a la mujer mediante el saber, dándole la posibilidad de trabajar? ¿El trabajo y el ganarse la vida honestamente son acaso desgracias? ¿O la desgracia es mendigar y tener que recurrir a medios deshonestos? ¿Qué hará una mujer que se encuentre abandonada, rodeada de cinco hijos y sin recursos?
Esta es una breve descripción del camino recorrido por la mujer en el campo de la enseñanza superior, y eso en una época en que ciertos espíritus intentaron imponerles restricciones en el dominio de la instrucción. Su participación en la enseñanza primaria no fue, en forma alguna, inferior a su contribución en la enseñanza superior. Sin embargo, no podemos ni olvidar, ni omitir, que la enseñanza era más accesible para los hombres que para las mujeres, y que el número de hombres cultos era superior al de las mujeres; era debido en gran parte a las dificultades que se presentaban cuando se trataba de dar a las jóvenes una instrucción laica.
Los espíritus severos rechazaban la idea de la educación de los jóvenes de ambos sexos en un mismo lugar, o en la misma escuela, con el miedo de que se trataran. Y, a pesar de ello, niños y niñas recibían la instrucción en una misma escuela elementar (Kottab), especialmente en el campo y lugares apartados, lo mismo que en nuestros días. Al principio, las niñas recibían instrucción gracias a los preceptores, o a los padres, pero en sus casas.
Le verdad es que, el Islam reconoce el derecho de la mujer a la instrucción hasta el extremo límite de la ciencia, si es que la ciencia tiene límites. La mujer ha subido con éxito los escalones de la instrucción: de la enseñanza primaria a la secundaria perseverando en esos estudios hasta alcanzar la enseñanza universitaria.
Musulmanes, instruid a vuestras hijas ¡no paralicies la mitad de la nación! Si la mitad de la nación responsable de la educación familiar, es ignorante ¿Cómo puede progresar la nación? Ayudad a evolucionar a la mujer mediante la instrucción, el conocimiento, la educación. Respétala, pues es un ser humano semejante a vosotros. No la abandonéis ignorante, olvidada. Conceded el mismo cuidado a la educación de vuestros hijos.
La mujer es de constitución débil, dadle la fuerza por el conocimiento y el saber, no la enterréis en la ignorancia, abrid ante ella los caminos de la instrucción. La mujer culta es capaz de realizar las mismas tareas que el hombre; puede ser institutriz, profesora, ginecóloga, pediatra, oftalmóloga, dentista, educadora, escritora, compositora, investigadora, sabia, arquitecta, defensora de los derechos de la mujer. ¿Despertad! Hafez Ibrahim ha declarado:
"La madre es una educadora: si la formáis, formáis una nación con profundas raíces."
Y Chawki ha dicho:
Si las mujeres viven en la ignorancia, los hombres se nutrirán de ignorancia y de inercia."
"No es huérfano aquel cuyos padres han cesado de vivir y lo han dejado expuesto a la caridad pública; el verdadero huérfano es aquel cuya madre se ha apartado de sus deberes y cuyo padre no se ocupa de los mismos."
La inteligencia no es un don privativo de los varones; esta igualmente repartida entre los dos sexos. No es justo, por tanto, ocuparse de los varones en detrimento de las hembras; es mucho más inteligente aprovechar la inteligencia de estas últimas, como procedemos con los jóvenes con el fin de formar un pueblo musulmán que, en perfecto equilibrio, alíe las dos cualidades, hacer progresar a los países islámicos y devolverle el glorioso patrimonio del siglo de oro.
El derecho islámico permite a la mujer comerciar. Le concede el derecho de comerciar, el de propiedad, vender y comprar, de disponer de sus bienes sin el permiso del marido; concede a la mujer, como hija, esposa, madre y hermana el derecho de heredar. El Islam ha concedido a la mujer el derecho de instruirse, de poseer, de heredar, es una religión que reposa sobre la democracia y la equidad social.
CAPITULO V
LAS BASES FUNDAMENTALES DE LA
ENSEÑANZA EN LA PEDAGOGIA ISLAMICA
A continuación vamos a exponer los principios fundamentales fijados por el Islam para la enseñanza del niño, refiriéndonos a las opiniones de los sabios islámicos tales como al-Ghazali. Ibn Sina, al-Zarnugy, añ-Abdari e Ibn Jaldun.
1)No fijar la edad en que se empieza a frecuentar la escuela:
No fue fijada la edad de frecuentar la escuela. Los padres enviaban a sus hijos a la edad cinco años, y algunas veces de seis y siete años. El Estado no los imponía una edad determinada, pues la búsqueda del conocimiento era una obligación para todo musulmán y toda musulmana. Los padres tenían la libertad de escoger la edad oportuna para enviar a sus hijos a la escuela (kottab), o a otro lugar, para recibir la instrucción. En su obra Madjal al-Char'e al sharif, al-Abdari critica a los padres que envían a sus hijos a la escuela antes de la edad de siete años, comentando que, los antepasados, no enviaban a sus hijos sino a los siete años; hasta ese momento los padres se encargaban de enseñarles las oraciones y los deberes morales. Hoy, los niños van muy pequeños al colegio; sin embargo, el profesor deberá abstenerse de enseñar a los niños la lectura y la escritura a la edad de cuatro o cinco años, pues esto puede fatigarles física y moralmente; y si los padres envían a sus hijos a la escuela muy jóvenes, no es para que aprendan a leer y a escribir, pero, para alejarlos del hogar y descansar de sus molestias.
La pedagogía moderna apoya la opinión de al-Abdari que rechaza la idea de enviar a la escuela a los niños de cuatro o cinco años. Sin embargo, si se desea hacerlo, deberán enviarse a un jardín de infancia, instruyéndoles mediante juegos.
2)No fijar el periodo que pasaría el niño en la escuela:
No existía una delimitación del tiempo que debería pasar el niño en la escuela para instruirse; el niño era enviado para aprender los rudimentos de la lectura y la escritura. Estudiaba las suras más cortas del Corán, y aprendía el Libro de Ama y después el de Tabarek, y así hasta aprender el Corán en parte o entero. Sucedía que el niño frecuentaba la escuela hasta la adolescencia, recibiendo entonces las enseñanzas religiosas, estudiando las Tradiciones del Profeta y también el cálculo, la gramática y la poesía.
3)Demarcación entre los métodos empleados en la enseñaza:
El método empleado en la enseñanza del niño es diferente que el destinado a los adultos; al-Ghazali ha proclamado ese principio pues existe una diferencia entre el entendimiento de un niño y el de un adulto." El primer deber del pedagogo es enseñar al niño aquello que puede asimilar fácilmente, pues los sujetos difíciles darán como resultado la confusión de su espíritu y la adversion por el estudio." Esta opinión se clasifica entre las más importantes de la enseñanza en el siglo XX. Ibn Jaldun era partidario de ese principio. El juzgaba, también, que hay que tener en cuenta el entendimiento del niño y de su nivel intelectual para su instrucción. Afirma que en la actualidad vemos a maestros que ignoran los métodos de la enseñanza y su utilidad. Presentan al niño, en el umbral de la instrucción, problemas herméticos y reclaman la solución de su inteligencia; creen que eso le permitirá adquirir el conocimiento y que es el método adecuado. La adquisición del conocimiento y la asimilación vienen gradualmente; al principio el alumno es incapaz de comprender sino una parte del conjunto, mediante comparaciones, y no tendrá una idea del conjunto sino gracias a los medios de ilustración. Esa aptitud se desarrolla gradualmente gracias a los diferentes métodos y la repetición; de la etapa de comparación, pasa a la inmediatamente superior que es la asimilación, hasta acostumbrarse a comprender el sentido y después adquirir la ciencia.
Al-Ghazali, Ibn Jaldun, y otros pensadores, opinan que la manera de pensar del niño difiere de la del adulto, lo cual hay que tener en cuenta en los métodos de la enseñanza.
4)Evitar la superposición de dos sujetos:
Para facilitar la tarea del profesor, Ibn Jaldun afirma que "el profesor no debe enseñar dos asignaturas a la vez: el alumno, al fin de cuenta, no logra adquirir ninguna de ellas, pues su espíritu se confundirá debido al hecho que no puede concentrarse en ninguna.
5)Cuidado concedido a los métodos de ilustración para facilitar la compresión del niño:
Es lo que proponen los pedagogos modernos cuando aconsejan al profesor pasar de lo concreto a lo abstracto con el fin de facilitar a los alumnos la comprensión.
6)Tener en cuenta las aptitudes particulares de los alumnos respecto a ciertas materias de la enseñanza con el fin de facilitarles la compresión. Ibn Jaldun ha demostrado que imponer a los alumnos materias difíciles, fuera de su comprensión, les conduce a una fatiga intelectual que puede llevarles a tomar adversion al estudio y al saber. Ha afirmado, también, que las materias debían de estar a la altura del entendimiento del niño, rechazando la opinión de aquellos que piden que se le enseñe al niño materias difíciles, alegando que eso ayudara a desarrollar su inteligencia. Los pedagogos modernos apoyan la primera opinión, pues proponen al profesor pasar de las materias más fáciles a las más difíciles. Ibn Jaldun está de acuerdo con los pedagogos del siglo XX que afirman que hay que respetar las aptitudes naturales del niño para formar las bases de su instrucción. Declaran que el éxito en un dominio contribuirá el éxito en otras materias, que todo triunfo le contribuirá a uno nuevo, que el buen resultado animara la tendencia natural del niño hacia el progreso y el dominio.
Si los cursos son demasiado difíciles y las materias muy arduas, el niño no podrá comprenderles, perdiendo confianza en sí mismo al no hallar el alimento intelectual adecuado a su evolución y a su desarrollo.
No podemos silenciar las opiniones psicológicas y las observaciones de Ibn Jaldun sobre las etapas del crecimiento, que no difieren de las de los pedagogos modernos. Ha indicado que la infancia se caracterizaba por la obediencia, la calma y la ausencia de preocupaciones, la educación islámica, basándose en las aptitudes naturales del niño, se fundaba en la necesidad de aprender de memoria y repetir las cosas. Por otra parte, ha demostrado que, la adolescencia, se caracterizaba por un profundo amor a la libertad y la independencia de acción y también por el odio a lazos y ataduras.
7)La enseñanza de la legua árabe primero y después el Corán:
Cuando los árabes se mezclaron con los otros pueblos musulmanes, la lengua árabe perdió su pureza, multiplicándose los errores gramaticales, los defectos de pronunciación. Por esa razón el Caid Abu Bakr Ibn Arabi insistía en el hecho que, el niño, debía estudiar la lengua árabe en primer lugar, pasando después al estudio del Corán, que sería entonces cosa sencilla.
Ibn Jaldun comparte esa opinión cuando declara: Seria un grave error enseñar al niño el Corán desde su primer contacto con la enseñanza; leerá entonces lo que es incapaz de comprender, cosa que demostrara negligencia.
Ibn Jaldun insiste sobre el hecho que hay que tener en consideración el entendimiento del niño y no imponerle el estudio de aquellos que es superior a sus medios; aunque reconoce el valor del método de Ibn Arabi, sin embargo, no aconseja se siga, pues, dice: "La costumbre no facilita su aplicación. Los musulmanes aprenden muy jóvenes el Corán, enseñando al niño todo lo que podía asimilar para alcanzar las bendiciones, y con el miedo que, durante la juventud, le pasara algo que le impidiera estudiarlo, perdiendo la ocasión de aprenderlo; por esa razón aprovechaban su infancia para hacerle estudiar el Corán, con el temor de que se alejara desconociéndolo. Esa necesidad de merecer las bendiciones del Corán; el apego que sentían por él y el temor de perder la ocasión de estudiarlo, triunfaron sobre el principio pedagógico de Ibn Jaldun, que es: enseñar al niño aquellos que puede comprender, que está a la altura de su entendimiento y que satisface sus inclinaciones, deseos y necesidades.
8)Observación de las aptitudes y tendencias del niño en el momento de escoger una carrera:
Los pedagogos del Islam – y en particular Ibn Sina – pensaban que había que tener en consideración las inclinaciones y aptitudes naturales del alumno en el momento de escoger su carrera futura al servicio de su país. Ibn Sina pedía el análisis de las inclinaciones naturales del niño, tomándolas como base al proceder a su orientación y a su educación, diciendo: "Todo profesión que agrada al niño no está siempre de acuerdo con sus aptitudes. Si se pudieran aprender las artes y los oficios con un simple deseo o aspiración, sin necesidad de predisposición y de adaptación, nadie sería extraño a la literatura o estaría desprovisto de un oficio, pues los hombres se juzgan entre los escritores más nobles y los artesanos más famosos, aunque no tengan ninguna inclinación por la literatura o por los oficios, y no lleguen a nada; por eso, el tutor que desea escoger una carrera para el niño, debe determinar sus inclinaciones, estimar su inteligencia, experimentar y mediar su entendimiento, escogiendo entonces la carrera que le conviene".
Mediante este consejo precioso, Ibn Sina exhorta a los padres y a los pedagogos que desea escoger una profesión para el niño, que estiman en su justo valor las inclinaciones de ese niño, o sus tendencias, que examinen su inteligencia y sus facultades con el fin de escoger la profesión que se adapte a su naturaleza y a su inteligencia. Es esa una de las opiniones más juiciosa de la pedagogía islámica, y más de acuerdo con las más modernas corrientes de la educación. Ibn Sina piensa que es esencial buscar aquellos que se adapte mejor a las inclinaciones e instintos del niño, teniéndolo en consideración en el momento de escoger el camino que va a seguir. Si siente inclinación por el estudio de las ciencias religiosas, se le orientara en ese sentido; si desea ocuparse en trabajos prácticos habrá que animarle; si opta por los estudios intelectuales o científicos, habrá que dirigirle por ese camino. Al niño hay que darle la oportunidad de estudiar aquellos que le gusto. Estos principios son la base de la educación moderna.
El niño que está dotado para las ciencias, las matemáticas, no triunfara en la literatura. No es tampoco fácil, para aquel que es instruido, de sobresalir y mostrar habilidad en todas las asignaturas estudiadas, pero puede destacarse en las asignaturas que más le gustan y por las cuales siente preferencia; toda persona instruida está habilitada para aquello que tiene predisposición; es eso lo que quiere decir Ibn Sina cuando declara: "Puede suceder que la inclinaciones del hombre sean incompatibles con las artes y los oficios, si fuera sencillo para el hombre instruido el realizar todas sus aspiraciones, seria escritor, sabio matemático o medico; son las aptitudes del ser, su inteligencia y mentalidad, su triunfo o su fracaso, lo que influye para su éxito o revés".
Abdel-Rahman Ibn al-Djawzi (fallecido en 597 H.) ha subrayada la importancia de las aptitudes naturales del niño en la educación, teniéndolas en consideración cuando decía: Las matemáticas no convienen sino al hombre inteligente; el hombre limitado no puede aprovecharse de las matemáticas; el león, aunque haya sido domesticado desde su infancia, no olvidara su ferocidad".
Eso quiere decir que la inteligencia y la estupidez deciden el éxito o el fracaso en el dominio científico. El hombre inteligente puede brillar en las matemáticas, mientras que el hombre limitado no penetrara jamás en ese dominio, que necesita inteligencia, y no podrá destacar. El león, animal por naturaleza feroz, no se transformara en animal domestico, dulce e inofensivo, pues el instinto es una segunda naturaleza. El poeta ha dicho:
"El hombre que no es inteligente, no lo será jamás con la edad".
Si un hombre rico tiene un hijo tonto, ni gracias a su fortuna, ni por las cuidados concedidos a su educación, buscándole los mejores profesores, podrá transformar su estupidez en inteligencia. La inteligencia es hereditaria, es un don de Dios. Mediante la inteligencia el hombre puede allanar todos los obstáculos. El grado de inteligencia es determinado para cada ser: le educación no lo aumentara ni disminuirá. El inteligente lo es por naturaleza, y lo mismo sucede con el deficiente. Aquel que es inteligente cuando niño, lo será también cuando sea hombre, aquel que es deficiente hoy, lo será mañana.
Al-Zarnughi, en su obra titulada "Ta'lim al Muta'alim" aconseja que el alumno no escoga el mismo la materia que desea estudiar, el profesor debe darle su opinión ayudándole a escoer aquello que le conviene, gracias a su experiencia. No hay mal alguno en que el alumno escoja las materias para las cuales está dotado, siempre que se deje guiar en su elección por el consejo del profesor, con la condición de que este no olvide las aptitudes personales de su alumno.
Todas estas juiciosas opiniones son la prueba tangible de la grandeza de los sabios del Islam y de la madurez de sus ideas sobre la educación del niño, del estudio de su sicología, de la herencia y de las aptitudes naturales en una época de ideas estériles y espíritus cerrados.
9)Los juegos y las distracciones:
Los pedagogos del Islam sintieron la importancia que tenia para el niño los juegos y distracciones. Una vez terminada la clase, en la sala de estudio en que reinaba la calma, el niño que escuchaba la lección e intentaba aprender, se sentía invadido por el aburrimiento y la fatiga: sentía la necesidad de descansar, de distraerse. Por eso se le concedía el permiso de jugar, hablar, correr y divertirse, recreándose fuera de la sala de clase. Los juegos estaban considerados como uno de los elementos esenciales de la educación intelectual, física y moral. Ello no es extraño; al-Ghazali aconseja permitir a los niños, después de las clases, juegos tranquilos, no violentos, con el fin de renovarles el ardor, con la condición que no se cansen.
El hecho de prohibir jugar al niño, mata su ardor debilita su inteligencia y le empuja a la tristeza. Al Abdari confirma la necesidad del juego, para los niños, después del trabajo. Por esa razón, todas las instituciones islámicas conceden una vacación semanal, que dura desde el jueves al medio día hasta el sábado por la mañana, vacaciones de verano, vacaciones durante las fiestas de la Pascua y otras fiestas religiosas tales como el día de año nuevo de la Hégira y el aniversario del nacimiento del Profeta.
Al-Ghazali declara:
"Hay que permitirle (al niño) a la salida del colegio (al Kottab) juegos graciosas, que le reposen de la fatiga del trabajo, pero que no agoten su ardor. Prohibir al niño jugar, y cansarlo con el estudio, marchita su corazón, embrutece su inteligencia y amarga su existencia, de forma que buscara todos los medios para escapar a tal situación."
Lo dicho está de acuerdo con los principios de la pedagogía moderna.
CAPITULO VI
LOS METODOS DE LA ENSEÑANZA EN
LA PEDAGOGIA ISLAMICA
La Enseñanza del Corán
Aun antes de aprender a leer y a escribir, los niños aprendían cortas suras del Corán, repitiéndolas en alta voz. "Sayedna" recitaba cortas suras y los niños, a coro, las repetían varias veces hasta aprenderlas de memoria. "Sayedna" recurría algunas veces al "arif" y a los alumnos mayores para enseñar a los principiantes. Se reprochaba a ese método el descuidar el significado de los suras estudiados; los niños aprendían sin comprender el sentido, y ello con el fin de recibir la bendición del Corán, fomentar el sentimiento religioso y hacer germinar en el corazón de los jóvenes los sentidos de la virtud y de la piedad. Los profesores pensaban que la infancia era la edad del automatismo y de la mnemotecnia. Ha dicho el poeta:
"Puedo olvidar lo que he aprendido cuando hombre, pero no he olvidado lo que aprendido en la infancia."
Esa opinión es discutible.
El Corán es un tesoro inestimable que, nosotros, los musulmanes, deseamos conocer moderna levanta contra ese método es que, el niño, no debe aprender de memoria textos que no comprende; antes por el contrario, impone la explicación del significado de las palabras. Esto ayudara al niño a aprenderlo de memoria, ahora bien, explicar el Corán no es cosa fácil.
Los musulmanes de los primeros tiempos del Islam contaban esencialmente con la memoria, más que con la escritura, pues solo una pequeña minoría sabía escribir. Por eso, los escritores y poetas estudiaban de memoria los versos y textos que escuchaban. Los árabes eran famosos por su prodigiosa memoria, debido al uso que hacían de ella. Decían:
"El saber reside en la memoria y no en la pluma."
Decían también:
"Si no eres capaz de aprender de memoria y retener, es inútil coleccionar los libros."
"Me veré reducido a la ignorancia entre los círculos, cuando mi saber este enterrado en el seno de los libros?".
Y en otra parte:
"Confió el saber a un manuscrito que perdió. Desgraciado aquel que confía el saber a un manuscrito."
Antes del Islam, los árabes se habían acostumbrado a aprender los textos sin comprenderlos. Ibn Qotaiba declara en "Uyun al-akhbar": "Las etapas del conocimiento son los siguientes: callarse, escuchar, comprender, aprender, actuar, difundir."
Algunos sabios del Islam juzgan que hay que comprender el texto antes de aprenderlo, y asimilarlo por completo de aprenderlo de memoria. Citamos a Ibn Mubarak cuando dice: "Las etapas del conocimiento son las siguientes: desear, escuchar, comprender, aprender, actuar, difundir".
Nosotros apoyamos la opinión de Ibn Mubarak cuando piensa que, el niño, debe empezar por prepararse para el estudio, después escuchar al profesor, comprender lo que dice, luego aprender perfectamente lo que el profesor ha enseñado, con el fin de aplicarlo en su vida, y, en último lugar extender su saber.
En sus Prolegómenos, Ibn Jaldun, critica esa manera de enseñar el Corán a los niños sin hacerles comprender lo que aprenden.
Para hacer que la enseñanza fuera eficaz, se designo un profesor para la enseñanza del Corán y otro para la lectura, la escritura y la caligrafía. Los musulmanes concedieron la máxima atención a la caligrafía, destacándose en la misma, pues la clasificaban entre las bellas artes. Para no exponer los versículos del Corán a ser borrados de las tablillas, escogían versos y proverbios para los ejercicios de caligrafía y de lectura.
La enseñanza de la poesía a los niños:
Los filósofos musulmanes tenían una forma particular de enseñar la poesía. Escogían versos fáciles desde el punto de vista del significado y de la lenguas, cortos y ligeros. Daban preferencia a los versos que alaban los sentimientos nobles y vilipendiaban el vicio, como aquellos que ensalzan y generosidad, o los que censuran la avaricia; o los versos que exhortaban al amor y a la obediencia de los padres. Ibn Sina dice a tal respecto: "Hay que enseñar a los niños los versos de "ragaz"(especie de poema de versos cortos y de ritmo ligero), después los poemas largos," pues los versos de "ragaz" al ser cortos y de ritmo ligero se aprenden y se retienen fácilmente. En poesía, hay que empezar por enseñarles lo que ensalza el merito de la literatura, hace el elogio de la ciencia, exhorta a las buenas costumbres, el saber, censura la ignorancia y la fatuidad, incita al amor a los padres, a las virtudes, a la hospitalidad y otros sentimientos generosos" (kitab al-Siy). Los pedagogos ponen es guardia, al contrario, contra el peligro de enseñar a los niños la poesía amorosa y lirica sin alcance moral. El estudio de la poesía era uno de los medios que permitía fijar en los corazones los nobles sentimientos. Los sabios del Islam han meditado sobre el efecto de la prosodia sobre el alma del niño, y sobre el hecho de inculcarle la virtud por medio de ese estudio, haciéndole aprender la poesía didáctica, fácil y cómoda. Daban al niño una educación estética y satisfacían su inclinación natural por la musicalidad, haciéndole aprender poesías armoniosas. Aunque no lo han mencionado en sus libros, no podemos alegar que hayan olvidado la poesía que canta a los animales, las flores y las gestas heroicas.
La enseñanza superior:
1)No existían condiciones ni restricciones para inscribirse en los Institutos Superiores.
En la pedagogía islámica, la enseñanza superior empezada con la adolescencia, durante de cinco a seis años. La inscripción era incondicional. Los Institutos recibían a todo aquel deseaba instruirse y era capaz, estudiando entonces lo que deseaba. El alumno escogía a sus profesores asistía a los cursos con asiduidad durante tanto tiempo cuanto lo deseara, perseverando en la adquisición del saber mientras sintiera inclinación hacia el estudio y el conocimiento. El alumno recibía las clases tanto en la casa de su profesor, como en cualquier otro lugar. Los musulmanes acudían a la mezquita para la oración y el estudio. Tan solo aquellos que buscaban el saber iban a la escuela. Esto revela que la libertad y la democracia eran pilares de la pedagogía científica, práctica, intelectual, social, religiosa y cultural.
2)La búsqueda del conocimiento:
Esa etapa superior de la pedagogía islámica se caracterizaba por los viajes que tenían como objetivo la búsqueda del saber; el alumno iba de cuidad en cuidad para recoger de boca de un maestro sus enseñanzas. L viaje podía durar varios años, durante los cuales, el alumno visitaba un gran número de ciudades islámicas, iba al encuentro de los sabios mas celebres para recoger el conocimiento en sus fuentes originales.
El alumno ni temía ni distancia ni molestias para lograr su objetivo; iba hasta los confines del mundo islámico en busca de un maestro; alumnos de Bojara o de Tabaristan venían a Egipto, alumnos de Andalucia seguían los cursos en Ispajan. Los sabios musulmanes eran tratados como ciudadanos del mundo islámico, cualquiera que fuera el país de origen. Los viajes tuvieron una importancia capital sobre la renovación de la vida islámica.
Cuentan que, Ibn al-Arabi, famoso filosofo del siglo II de la Hégira observo en su curso a dos hombres que discutían.
Pregunto al primero:
"¿De dónde vienes?"
Le respondió:
"Vengo de Asbigabe (ciudad cerca de China)."
Pregunto al segundo:
¿Y tú?
Le replico:
"Yo vengo de Andalucía".
Ibn al-Arabi quedo muy sorprendido.
Ibn Jaldun ha comentado las razones que empujaban a los musulmanes a realizar esos viajes:
"La causa es que los hombres adquieren los conocimientos, los caracteres, las doctrinas y las virtudes con que se adornan, tanto por el estudio, la enseñanza y los cursos, como por la imitación y el ejemplo directo, pues la adquisición del conocimiento directamente de aquellos que lo poseen es más estable y más duradero. Cuanto más numerosos sean los maestros más rápidamente se adquieren los conocimientos y mas durables son." Los viajes se deben, por tanto, al deseo de aprender las ciencias de los maestros directamente imitarles en la ciencia y en la conducta moral, y conocer sus doctrinas.
Al-Hag Jalifa en su obra: "Kashf al-zunun" apoya la opinión de Ibn Jaldun sobre la necesidad de los viajes: El encuentro con hombres de ciencia y la multiplicidad de maestro serán de gran provecho para el alumno, y le enseñar a conocer los términos a distinguirlo y a apreciar las divergencias de las doctrinas de aquellos sabios."
En realidad, la primera meta de los viajes fue la recolección de las Tradiciones del Profeta. Los musulmanes presintieron la necesidad de escribirlas y confrontarlas, pues eran importantes en el terreno religioso y una de las fuentes de la religión. En el siglo II de la Hégira, los alumnos recorrieron el imperio islámico en busca de los sabios y de los "rewis" que habían estado en contacto con los contemporáneos o Compañeros del Profeta. Ibn Abbas informa que Ibn Shahab había dicho: "Cuando oíamos hablar de uno de los Compañeros del Profeta, podía pedirle que viniera a informarme sobre lo que sabía, pero, la mayoría de las veces iba yo hacia él, esperaba a su puerta hasta que saliera y me informara sobre lo que sabía."
Yehia Ibn Said decía: "Podía andar días y noches en busca de una sola Tradición."
Los viajes en busca de la ciencia continuaron hasta el punto de conventirse en uno de los pilares de la pedagogía islámica. El alumno sacaba un gran provecho de los viajes, de su estancia en los diferentes países, del contacto con los imames, los sabios, los escritores, los hombres virtuosos, así como de las fructuosas experiencias prácticas y de las preciosas ideas científicas.
3)Libertad de los alumnos y de los profesores:
Los Institutos islámicos ignoraban el sistema de clases para los diferentes años de estudio, así como el hacer pasar a los alumnos de una sección a otra, o de una clase a otra. Los alumnos tenían plena libertad de asistir a las clases, de escoger sus maestros. Respecto al profesor, era él quien fijaba a su gusto el número de cursos por semana y los horarios. Podía ser tanto antes de la oración del alba, al salir el sol, como después de la oración del medio día, o durante el periodo que separa la puesta del sol de la oración de la noche. Algunos profesores daban cursos diarios, otros cursos semanales. A la hora de la oración, cesaban todas las clases, e inmediatamente después reanudaban su trabajo, profesores y alumnos.
4)Variedad de sistemas y métodos de enseñanza en los institutos superiores:
Los Institutos superiores usaban múltiples sistemas y métodos. Los maestros no se limitaban el empleo de un método determinado característico de su enseñanza. Los profesores dictaban sus cursos de memoria, sin la ayuda de notas o de libros, señal de una profunda competencia. Si los estudiantes eran numerosos, el maestro escogía uno o dos repetidores, que tenían la obligación de repetir lo que él había dicho, con el fin de que no se escapara nada a los alumnos.
Abu Abbas Tha'aleb dice acerca de Ibn al-Arabi, el famoso filósofo de la ciudad de Kufa:
"Yo he visto el circulo de Ibn al-Arabi, estaban presentes mas de cien personas. Les distaba lo que podría ser la carga de un camello, sin recurrir a un libro."(Ver "Wafiyat al'ayan" de Ibn Jal'ikan). Esa es la señal de lo extenso de su conocimiento, de su cultura y de la confianza en sí mismo.
Los musulmanes instituyeron el puesto de repetidor:
Cuentan que al-Sadid Muhamad Ibn Hebat-Allah, el célebre sabio, se encargaba de la repetición de los cursos de la escuela al-Nizamiya, en Bagdad.
El Jeque Abu Ishak al-Shirazi al-Fayruzabadi, acompañaba a al-Cadi al-Tabari le había nombrado repetidor de su curso.
Algunos versos, el alumno leía un corto texto de la materia que el maestro enseñaba, después, este último, procedía a la explicación de ese texto, lo aclaraba, lo comentaba para que los alumnos comprendiesen su contenido.
El profesor procedía de la forma siguiente:
1)Leía el texto y lo explicaba.
2)Citaba las diversas opiniones de acuerdo con el texto.
3)Exponía su opinión personal y los argumentos que le apoyaban.
4)Comparaba el problema que analizaba con problemas a las cuales respondía.
No pasaba a otro capítulo hasta que los alumnos hubiesen asimilado perfectamente el mismo.
Los profesores musulmanes daban sus cursos calmamente, dedicados por completo a la profesión, adornándose con altas virtudes y nobles sentimientos. No envidiaban a sus colegas, no cometían injusticias. No se interesaban por cuestiones materiales, tal como los cuadros, los aumentos, las promociones, pues eran ascetas y les bastaba muy poco para vivir.
5)Los cursos:
El maestro preparaba su curso escribiendo los diversos puntos sobre los cuales iba a hablar, después trataba cada punto con la autoridad de un profesor competente. Los alumnos tomaban notas en sus cuadernos. Esos maestros no eran de aquellos que estudiaban sus cursos y contaban cosas cuyo significado ignoraban; ellos comprendían perfectamente las ideas expresados y las exponían con claridad; como no eran de a aquellos que contaban con sus notas y se presentaban ante sus alumnos incapaces de pronunciar una palabra si se les privada de las mismas, eran verdaderos sabios que poseían una vasta cultural y podían muy bien dispensarse de consultar obras o notas durante los cursos.
Ibn Jaldun ha explicado en sus Prolegómenos la forma como se daban los cursos. No está de acuerdo con los alumnos que contaban, para el estudio de las ciencias, sobre los textos resumidos, recomendando la vasta cultura en este dominio. Allí se encuentran un buen número de juiciosas ideas que concuerdan con los principios de la pedagogía moderna relativas a las ciencias. Las expondremos así:
Para que el alumno pueda aprovechar nuevos conocimientos, no hay que dárselos de golpe, pero progresivamente; poco a poco; el profesor debe comenzar por dar el alumno una idea general del curso y resumirle los fundamentos del capítulo, es decir, las ideas principales contenidas en el mismo, sin entrar en detalles, que el alumno sería incapaz de comprender al principio de la lección; además deberá tener en cuenta la capacidad del alumno, su facilidad para asimilar lo que se le enseña. El profesor volverá de nuevo a la idea acabada de expresar y la tratara con más profundidad, la comentara en detalle, pasando así de la síntesis al análisis y citara al alumno los puntos de vista y sus divergencias; en fin, por tercera vez volverá a explicarla, esta vez con más profundidad, sin olvidar de esclarecer oscuridad, idea importante, u opinión difícil, abriéndole lo que parecía sellado."
Ibn Jaldun piensa que el medio mejor para que un alumno asimile un sujeto es exponérselo gradualmente; en eso está de acuerdo con la teoría psicológica de Geschtalt. "El profesor empezara por darle una idea general que desarrollara a continuación, teniendo siempre en cuenta su capacidad intelectual. El alumno brillante comprenderá a la primera vez, el de mediana inteligencia no comprenderá sino a la segunda lectura, y los otros, entenderán a la tercera lectura. Piensa Ibn Jaldun que es esencial apoyarse, al principio, sobre la idea principal, que se desarrollara a continuación gradualmente, después se comentara con profundidad con el fin de facilitar su comprensión a todos los alumnos, sin excepción.
Al-Abdari propone el método siguiente: explicar el sujeto, exponer los diversos puntos de vista, escoger aquel que es valedero y compararlo a los otros.
Vemos, por consiguiente, que el método de enseñanza islámica es lógico y no difiere en nada de los del siglo XX.
6)Los debates:
Los debates eran uno de los rasgos distintivo de la pedagogía islámica. Nadie despreciaba su efecto, debido al hecho de agudizar la inteligencia, estimular la argumentación, ejercitar la prontitud de expresión, prevalecer sobre los adversarios, infundir la confianza en sí mismo y acostumbrar a poder improvisar una respuesta. Los musulmanes consideraban el debate como uno de los métodos de enseñanza; prestaron particular atención a este sistema y lo han comentado con profusión en sus obras. Al-Ghazali triunfo en los debates que le opusieron a los sabios y pensadores partidarios de ministro Nizam al-Mulk.
Al-Sabki decía respecto a Ismael Ibn Yehia que era una suma de conocimiento, sin par, en el arte del debate. Al-Imam al-Shafei se refiere a él diciendo: "En la discusión triunfara sobre el mismo diablo."
Los sabios animaban a sus alumnos a la discusión y a los debates obligándoles a adiestrarse. Algunas veces sucedía que, el alumno, no compartía la opinión de su profesor, guardando siempre los límites del respeto.
Ibn Jaldun ha criticado la carencia de vida intelectual en Marruecos durante el siglo XIV, culpando al sistema de enseñanza que olvidaba por completo la discusión. Decía: Uno de los mejores métodos de enseñanza es desatar la lengua mediante la discusión y los debates sobre cuestiones científicas. Las ponen a su alcance y le permiten lograr el objetivo perseguido. Vemos a estudiantes que, después de haber frecuentado durante largos años los círculos de estudios, permanecen silenciosos, sin pronunciar palabra alguna y sin participar en ninguna discusión, preocupándose tan solo por aprender de memoria más de lo necesario, y sin adquirir iniciativa alguna en el campo del saber y del conocimiento."
Ibn Jaldun juzga que el debate sobre cuestiones científicas ayuda a su comprensión y su expresión; por esa razón, se alza contra el silencio de los estudiantes y sus abstenciones en abordar en las discusiones el objeto de sus estudios, reprochándoles también el estudiar de memoria más de lo necesario.
El poeta ha dicho:
El saber se adquiere mediante la compresión, el estudio, la investigación, la reflexión y los debates."
Al-Zarnughi considera que una hora de discusión y de debate es más provechosa a un alumno que un mes estudiando de memoria y repitiendo esos conocimientos.
El cuidado concedido a la discusión, al debate, a las preguntas, al intercambio de ideas tuvo una influencia decisiva sobre los alumnos que tomaban parte activa en su educación personal; adquirieron el habito del razonamiento racional, de la expresión justa, del sentido de la crítica, de la fuerza de persuasión, de la confianza en sus propias capacidades y de la libertad de pensamiento.
Los filósofos del Islam tenían la pasión de los debates, convirtiéndolos en una especie de distracción, un descanso y un placer literario.
En la pedagogía islámica, la tendencia a proclamar en alta voz y públicamente sus ideas, animaba a maestros alumnos a sobresalir en elocuencia, improvisación y en el arte de expresarse. La elocuencia y la improvisación forman parte integral del patrimonio islámico y fueron un objeto de orgullo para los musulmanes durante siglos. Gracias a los discursos y debates, brillaron en la redacción de ensayos y de memorias.
7)Método aplicando en la educación individual:
a)La educación islámica era individual: El alumno gozaba de gran libertad, escogía las materias que respondían a aptitudes intelectuales, así como a su profesor. Asistía a sus cursos, estudiaba sus notas, preparándoles con el fin de asimilarlas y preguntando a su profesor aquello que no entendía. Estaba libre de obligaciones: ni horarios, ni exámenes para pasar de una clase a otra.
b)La enseñanza mediante el estudio y la memoria:
La enseñanza mediante el estudio y la memoria era una costumbre de otros tiempos como lo es en nuestros días. Los sabios del Islam concedían gran atención al estudio del Corán y a las Tradiciones del Profeta. Ibn Jallikan cita en su libro "Wafiyat añ-a'ayan" que Ibn Hanbal conocía de memoria un millón de Tradiciones; en cuanto a Al-Bujari, durante su infancia, conocía quince mil. Ibn Asaker informa que David el-Jafaf contaba el siguiente hecho: "Ibn Rahawiyeh once mil tradiciones que nos repitió una segunda vez sin añadir ni cortar una solo palabra." Eso es la prueba de una prodigiosa memoria. Al-Jalil Ibn Ahmad declara. "Escribo todo lo que oigo, recuerdo todo lo que escribo, hago uso de todo lo que he escrito."
Los sabios escribían todo lo que oían, a lo aprendían de memoria y hacían uso de ello, cosa que no podrían hacer si no hubieran comprendido perfectamente el texto.
Muwafak al-Din al-Baghdadi da el siguiente consejo: "Si lees un libro procura recordarlo y comprender el significado, después imagínate que se ha estropeado, que puedes pasarte sin él y no te entristezcas por su perdida."
Eso quiere decir que los alumnos concedían a la compresión de la obra el mismo cuidado que para fijarla en sus memorias: estudiaban la obra de tal suerte que, si llegaran a perderla, no tendría importancia, pues podían pasarse sin ella.
En la literatura árabe hallamos numerosos ejemplos de memorias prodigiosas que podían volver a recitar el poema después de haberlo escuchado una sola vez.
Ciertos filósofos del Islam atribuían el poder de la memoria a causas psicológicas y materiales como la continuidad del estudio, la revisión y la recapitulación, el esfuerza consagrado al estudio, el alejamiento de preocupaciones y dolores, y el hecho de consagrarse al estudio en una atmosfera de calma y de fe.
Aquel que estudie esta cuestión apreciara que el cuidado concedido a la memoria era debido a costumbres que remontan a los primeros tiempos del Islam; la mayoría de los árabes era iletrados y confiaba en la memoria para retener el Corán y las Tradiciones del Profeta, las enseñanzas religiones, las leyes islámicas, los poemas y las gestas heroicas.
Pero la atención que los sabios concedieron al estudio y a la revisión no les llevo a olvidar el cuidado de reflexionar sobre lo que estudiaban, de comentarlo, analizarlo y comprender por entero su significado; el estudio de memoria era un medio no un fin, dado el gran numero de iletrados en los primeros tiempos del Islam.
Al-Hadji Jalifa en su obra "Kashf al-zunun" subraya la importancia de la reflexión, de la inducción y del paso del vocablo al significad y al contenido.
Muwafak al-Din al-Baghdadi proclama: "No te basta con adquirir el saber, hay que velar por el paraqué crezca y no disminuya, y ello mediante el estudio, el cuidado consagrado a la memoria y a la adquisición del saber, la discusión y la compilación."
Al-Baghdadi aconseja al alumno estudiar, reflexionar, llenar su espíritu, discutir con sus colegas con el fin de conservar y aumentar sus conocimientos; aconseja al sabio que se ocupe de la compilación de obras, con el fin de ampliar su cultura y consolidar sus conocimientos.
Al-Sheik Bourhane al Islam da al alumno el consejo siguiente:"No debe de escribir lo que no entienda, pues ello le conducirá a la pereza de carácter y a la negligencia de la inteligencia; debe hacer un esfuerzo para comprender a su profesor, meditar y reflexionar largamente."
¿Podemos, ahora, acusar a los musulmanes de contar tan solo con la memoria, y descuidar la comprensión? La pedagogía islámica ha concedido tanto interés a la comprensión como al estudio; no ha olvidado ni la comprensión, ni la meditación, ni el pensamiento. Los alumnos discutían, con frecuencia, con sus profesores. Al final de la lección, las preguntas llovían de todas partes. Los profesores no dejaban un solo punto en la oscuridad. Todo estudiante tenia el derecho de hacer preguntas, exponer su opinión, aun si la misma era contraria a la de su profesor. Cuentan que Ibn Abbas tenia opiniones diferentes de las de sus profesores, Omar, Al y Zeid Ibn Sabet, clasificados entre los sabios musulmanes mas celebres. Tampoco el Imam Malik compartía siempre la opinión de sus maestros; cuando fue pfofesor, vio a su vez aciertos alimnos suyos oponérsele.(Ver Kurd Ali: "El Islam y al civilización árabe," T. II, p. 8.
8)Los exámenes:
Los exámenes, tal como los concebimos hoy en día, no existían en la educación islámica. Ibn Abu Usaibia cita un único caso de examen oral, el que Sannan Ibn Sabet hizo a los médicos de la época del Califa al-Muktader (siglo X).
Los maestros, en vez de hacer un examen, entregaban a los alumnos certificados o diplomas donde declaraban que, tal alumno, había terminado el estudio de tal materia, bajo la vigilancia de tal maestro. El fin de ese diploma era declarar la capacidad y la competencia del alumno así como su asiduidad a los cursos, sus esfuerzos en el estudio y la investigación. El diploma era un certificado personal que el maestro otorgaba al alumno sin referirse a un instituto y sin mencionar títulos científicos.
EPILOGO
Si consideramos los esfuerzos que algunos de nuestros ricos antepasados musulmanes han consagrado a la instrucción, y los bienes mobiliarios e inmobiliarios con que dotaron a los Institutos, podemos sentirnos orgullosos. Y si comparamos la obra de los generosos musulmanes durante la primera mitad del siglo XX con la de las gentes de otras tiempos, descubrimos nuestra negligencia en el cumplimiento de ese deber religioso y reconocemos la necesidad de tener la misma fe que ellos, y la misma seguridad de que la ciencia es sagrada, que la investigación es un acto de adoración; todo cual requiere nuestra largueza y generosidad con el fin de fundar institutos islámicos.
Los musulmanes ricos contaron con ellos mismos para facilitar la tarea a aquellos que deseaban instruirse, y no contaron con los gobiernos y países, para emprender proyectos cual fuera su importancia. Consagraron sus bienes, prodigando grandes sumas, al fomento y difusión de la ciencia; fundaron Institutos y bibliotecas para animar a los alumnos a la investigación y a proseguir sus estudios.
No podemos olvidar que la ocupación de los países musulmanes fue debida al analfabetismo, a la ignorancia y a la regresión en los países islámicos; uno de los principios del colonialismo británico era el siguiente: "El fruto se separara del árbol si está maduro." La naranja o la manzana, una vez madura, se separa del naranjo o del manzano; los pueblos no llegan a la madurez sino gracias al conocimiento y la instrucción. Si los pueblos de los países ocupados llegan a la madurez gracias a la instrucción, se separaran del árbol que es el imperio británico. Por ese motivo fue combatida en Egipto la difusión de la enseñanza y si las sociedades islamicas, como al-Gami'ia al-jayriyya al Islamiyya (Sociedad de Beneficinia Islamica) en el Cairo y en otras ciudades del país, y Gami'at al-Urwa al-Wuska (Sociedad del Vinculo Indisoluble), en Alejandria, la de al-Masa'i al-Mashkura en Chibin al-Kom, no hubieran emprendido la tarea de crear escuelas, el numero de letrados hubiera sido mínimo. Hay que reconocer que esas sociedades han tenido un importante papel en la difusión de la instrucción en Egipto.
Esperamos que llegara el día en que celebraremos la difusión de la instrucción en todos los países islámicos y la supresión del analfabetismo; y, que, el mundo, sabrá que el numero de letrados es de 100% en todos los países islámicos. Esto no es pedir lo imposible.