LA EDUCACION EN EL ISLAM
Por MOHAMAD ATIA EL IBRACHI
CONSEJO SUPERIOR DE ASUNTOS ISLAMICOS –R. E. A.
Traducido por
Dr. ABDEL KADER MOKHTAR
Revisado por
Dr. ATEYA HEYKAL
INTRODUCCION
Gracias sean dadas a Dios, las bondades y la gracia de Dios colmen al más noble de los Profetas, Mohamad a su y a todos sus Compañeros.
No hay ningún educador o historiador que pueda negar que, la educación islámica, ha sido la base de la civilización islámica, y que los ideales de esa educación están de acuerdo con las tendencias modernas en el dominio de la pedagogía de nuestras días.
El Islam ha admirado el saber y a los sabios, elevando el saber al nivel de la oración y ha tenido muy en cuenta los diferentes aspectos de la educación, en particular la educación espiritual, religiosa y moral. El Islam reclamaba la igualdad y la libertad en la instrucción, ofreciendo, tanto a los pobres como a los ricos, oportunidades semejantes para instruirse; puso fin a los sistemas de clases sociales, impuso la instrucción a todo musulmán, hombres y mujeres, ofreciéndoles toda clase de facilidades si manifestaban el deseo de instruirse.
Las Mezquitas, los Institutos, los hogares de la ciencia y de la sabiduría, las bibliotecas, los centros de estudios, los círculos literarios y científicos, abrieron sus puertas a los estudiantes que desearan instruirse, estudiar y realizar investigaciones, el Estado les aseguraba todo lo necesario, como alimento, habitación, cuidados médicos asistencia financiera, para ayudarlos a vivir y a consagrarse al estudio.
No nos jactamos al decir que los principios de la educación moderna, cuya aplicación reclamamos a mediados del siglo XX – y que los países civilizados no han podido poner en práctica completamente hasta hoy – eran observados y aplicados por la educación islámica durante su edad de oro, cientos de años antes de ser creada la educación moderna. Entre estos principios ideales citamos los siguientes; despertar el espíritu de independencia, acostumbrar al estudiante a contar consigo mismo en la instrucción, asegurar la libertad y la democracia en la instrucción, aplicar el sistema de instrucción individual, observar las diferencias individuales entre los niños en la instrucción y la enseñanza, vigilar las inclinaciones y las tendencias de los alumnos, probar sus inteligencias, hablarles según el nivel de sus intelectos, tratarles con consideración y clemencia, tener cuidado con su educación moral, fomentar los viajes de estudios, dar a la retorica, a los debates y a la elocuencia el cuidado que necesitan, multiplicar las bibliotecas dotarlas del mayor número posible de libros útiles y de referencias preciosas, animar a los estudiantes a aprovecharse de esos tesoros, a perseverar en el estudio y la investigación y a adquirir el saber desde la cuna hasta la tumba.
No debe sorprendernos el saber que el puesto de pasante, que encontramos hoy en día en las universidades y facultades, existía ya en los centros de estudios islámicos de la edad de oro; así-mismo el sistema de universidades populares ha sido copiado de la educación islámica; el estudiante no estaba atado por leyes rígidas e inmutables: edad límite, diplomas obtenidos, mínimo de puntos; las puertas de las mezquitas y de los institutos estaban abiertas para todos aquellos que deseaban instruirse.
Pero es penoso tener que decir que, los historiadores, los hombres de letras, los alfaquíes y los filósofos del Islam, que han dejado escritos, se han extendido y destacado en las obras concernientes a la civilización islámica, a las victorias militares, a los problemas religiosos, políticos, económicos y sociales, pero han olvidado el problema de la educación islámica.
Así, en las obras relativas a Nizam Al-Mulk o a Salah ed-Din al-Ayubi, no encontramos sino raras referencias sobre las escuelas e institutos por ellos fundados, o sobre las reformas por ellos realizadas en el campo de la educación y la enseñanza; al contrario, esas obras, detallan sus biografías, sus actividades políticas y campañas militares. Por ese motivo los investigadores que desean escribir una obra sobre la educación en el Islam encuentran grandes dificultades; compulsando numerosas obras literarias, históricas o políticas antiguas, el investigador no descubrirá sino raros capítulos esparcidos en el conjunto, cortos párrafos y ciertos consejos pedagógicos diseminados, y, en fin, tratados concernientes al profesor y al alumno, o que se refieren más o menos a la educación y a la enseñanza. De ahí que sea necesario un gran número de referencias para escribir un estudio serio sobre la educación en el Islam.
A pesar de ello, nadie puede negar que Occidente y los Occidentales deban mucho a los árabes y a los musulmanes y que tanto las ciencias árabes como la civilización islámica hayan tenido grande influencia en el renacimiento europeo actual.
Las ciencias, la cultura árabe, la civilización islámica han tenido grande influencia en el renacimiento europeo actual.
Las ciencias, la cultura árabe, la civilización islámica y las artes orientales fueron transportadas a Europa durante la Edad Media, época de tinieblas, después de haber florecido, evolucionado, madurecido y fructificado entre las manos de los sabios y filósofos del Islam. Antiguamente, los árabes, el Islam y Oriente, tuvieron el merito de difundir la ciencia, la cultura, la civilización y el ante en Occidente.
La educación islámica tuvo gran influencia en el renacimiento que se ha manifestado en todos los dominios de la educación y ello gracias a los principios que le han sido prestado como por ejemplo: el cuidado concedido a los lados humanos, sociales y cooperativos tales como la fraternidad, la libertad, la igualdad, la unión espiritual entre los musulmanes del poderoso imperio islámico. En efecto, ha sido sobre esas solidas bases y sobre esas reglas preciosas que se edificio la educación islámica de los primeros siglos.
Durante la composición de este libro, ha tenido siempre en cuenta el ideal supremo que proclama nuestro bien amado e inspirado Jefe, el Presidente Gamal Abdel-Nasser.
CAPITULO I
DESIGNIOS DE LA EDUCACION ISLAMICA
1-La educación moral: esencia de la educación islámica:
Los filósofos del Islam se han mostrado unánimes en afirmar que la educación moral era la esencia mismo de la educación islámica, y, que, la educación, tenía por único objetivo la perfección moral; esto no significa, sin embargo, que debamos olvidar la educación física, intelectual, científica o practica, pero que debemos conceder a la educación moral los mismos cuidados que concedemos a los otros aspectos de la educación. El niño tiene más de una necesidad, a saber; el vigor físico y cerebral, el conocimiento, el trabajo, la formación del carácter, el razonamiento, la voluntad, el gusto y la personalidad.
Los pedagogos islámicos han declarado que la meta de la educación islámica no era llenar el cerebro de los estudiantes de conocimientos o enseñarles materias escolares que ignoran, pero si formar sus caracteres, educar sus almas, inculcarles la virtud, las buenas costumbres, y, en fin, prepararlos para una vida honesta, hecha de lealtad y perfección; el objetivo primordial y supremo de la educación islámica es formar el carácter y educar el alma.
Cada lección debe tener un fin moral; cada educación debe pensar, ante todo, en la moral religiosa. La moral religiosa es el ideal perfecto de toda moral, y la nobleza de carácter es la base de la educación islámica. Al-Ghazali piensa que la educación visa, ante todo, el acercamiento a Dios y no la supremacía y la ostentación, y, que, el intelectual, no busca mediante el conocimiento la supremacía, la fortuna, el poder, el comercio de los vanidosos, y la jactancia en presencia de sus iguales. Vemos pues, que se trata, según el también, de una educación moral.
Resumiendo, el fin supremo de la educación islámica es: "la virtud".
2-Conceder el mismo cuidado a lo temporal como a lo espiritual:
Los horizontes del Islam eran muy amplios respecto a los fines de la educación; no limitaba la educación ni a la parte religiosa, ni a la terrestre, antes por el contrario, el Profeta, exhortaba a cada individuo de la nación islámica a dar su justo valor a lo religioso y a lo temporal: "Actúa en este mundo como si debieras vivir eternamente, y actúa por tu eternidad como si debieras morir mañana". El Profeta no pensaba tan solo en el mundo o en la religión, deseaba conciliar los dos, sin descuidar ni el uno ni la otra.
3-Cuidar los lados prácticos de la educación:
Así como la educación islámica concedía importancia a los aspectos religiosos, morales y espirituales de la educación, tampoco descuidaba los aspectos prácticos en los programas de sus instituciones. El mensaje enviando por Omar Ibn al- Jattab a sus gobernadores subraya esa intención: "Enseñad a vuestros hijos la natación y la equitación, reveladles los refranes celebres y la bella poesía". Omar daba la orden de enseñar a los niños la natación, la equitación y la cultura física, la habilidad guerrera, las bellezas de la lengua árabe, los refranes celebres y la bella poesía.
Tan solo los fanáticos tercos pueden negar la influencia de los sabios islámicos sobre el renacimiento científico. Monroe en su libro Historia de la Educación" escribe así:
Los árabes han hecho importantes descubrimientos en los campos de la medicina, la cirugía, la farmacología, la astronomía, la biología; inventaron el péndulo y enseñaron a Europa el uso de la brújula y de la pólvora"
La educación islámica no era únicamente religioso, moral y espiritual pero esos caracteres eran más importantes que el lado practico; por tanto, no era esencialmente utilitaria; el lado material, es una cuestión accidental en la vida; y es por ese motivo que la ganancia no constituye sino uno de los aspectos secundarios de la educación y no un fin en sí mismo.
La opinión de Al-Farabi, de Avicena y de Ojwan al-Safa era que no se puede alcanzar la perfección humana si no se concilia la religión y el conocimiento.
4-La búsqueda del conocimiento por el mismo:
Los estudiantes musulmanes buscaban el saber por el mismo, pues lo consideraban como la cosa más satisfactoria del mundo: el ser humano siente un amor instintivo por el conocimiento; los filósofos del Islam se dedicaron al estudio de las ciencias las literaturas y las artes, satisfaciendo así la inclinación natural del hombre hacia el saber y el conocimiento. La educación ideal es, por tanto, aquella que incita al estudiante a buscar la ciencia por ella mismo, el arte por el arte, y la literatura por la literatura, pues halla en ello un placer científico, literario o artístico inigualable. Al-Hagg Jalifa dice en su libro Kashf Al-Zunun: "en otro es la cosa más deliciosa y mejor de este mundo"; en otro párrafo escribe: el estudio no tiene como objetivo la adquisición de la fortuna, sino de la verdad y del carácter"; con otras palabras: alcanzar la verdad científica y la perfección humana.
Así, la educación islámica era la ideal, pues la búsqueda del conocimiento tenía por fin: alcanzar la verdad científica, saborear el placer espiritual que proporciona y, finalmente, lograr la perfección moral.
Si consideramos el patrimonio científico, literario, religioso y artístico dejado por los musulmanes, descubrimos un tesoro fabuloso incomparable, que demuestra como los musulmanes amaban el arte por el arte, la literatura por la literatura, y la ciencia por la ciencia; esto no quiere decir, sin embargo, que descuidaran la enseñanza utilitaria, y es esto la que explica el punto siguiente:
5-Enseñanza utilitaria profesional, artística e industrial:
La educación islámica prepara a cada individuo a ganar su vida mediante la enseñanza de un oficio, arte o industria. Este texto de Avicena lo confirma; Si el joven domina el estudio del Corán y de la lengua, puede escoger la profesión que desea seguir y perfeccionarse". Por consiguiente, se le dará una formación profesional, artística o industrial que le permita perfeccionarse en un oficio, arte o industria que le proporcionara los medios de ganar su pan y llevar una vida honrada, manteniendo siempre el lado espiritual y religioso. Resumiendo lo analizado vemos que, la educación islámica era, en conjunto, una educación religiosa; pero no olvidaba preparar cada individuo a enfrentar la vida y a ganar su pan; no olvidaba tampoco la educación del cuerpo, del espíritu, del corazón, de la intuición, la voluntad el gusto, de la mano, de la lengua y de la personalidad.
CAPITULO II
LA ENSEÑANZA Y LA INSTRUCCIÓN SEGÚN EL ISLAM
La religión islámica ordena generalizar la instrucción.
La religión islámica es una religión de conocimiento y luz, y no una religión de ignorancia y tinieblas. El primer versículo revelado al Profeta le exhortaba a leer, exalta la importancia del conocimiento y de la enseñanza; podemos comprender eso debido al hecho que el conocimiento es atribuido a Dios: Lee en nombre de tu Señor, que ha creado, que ha creado al hombre de sangre coagulada. Lee pues tu Señor es el más generoso, ha sido Él quien ha enseñado al hombre a hablar. Ha enseñado al hombre lo que este no sabía". Dios dice dirigiéndose a su Profeta: Di: ¡Oh Señor! Aumenta mi conocimiento", y también: Dios rinde testimonio, El mismo, de que no existe otro Dios que El. Y los ángeles y aquellos que poseen la ciencia y que son partid arios de la justica". Dios se cita en primer lugar; después cita a los ángeles y en tercer lugar a los sabios: esto significa un gran honor para ellos. Dios dice: He aquí los ejemplos que hemos propuesto a los hombres pero ninguno podrá comprenderlos, exceptuando aquellos que saben", o sea tan solo los sabios cultos pueden comprender estos aquellos ejemplos.
El Corán, en más de un texto, exalta la condición de los sabios, su prestigio y su elevado rango. Aquellos que saben ¿acaso serán considerados como iguales a los que no saben?" Y también: Dios elevara a un rango superior a aquellos entre vosotros que crean y a quienes ha sido dada la ciencia".
A los ojos del Islam la ciencia es sagrada. Para los musulmanes es la cosa más preciosa del mundo. En el Islam, los sabios tienen un rango subsecuente al de los Profetas. El Profeta dice: Los sabios son los herederos de los Profetas". Se deduce que los sabios activos tienen una categoría subsecuente a la de los Profetas. Incluso se ha dicho que, los sabios, el día del Juicio Final, podrán interceder por los hombres, después del Profeta, ante Dios. El Profeta dijo: La tinta de los sabios es más preciosa que la sangre de los mártires". El Profeta exhortaba a la instrucción convirtiéndola en una obligación; dijo: Instruid a vuestros hijo, ello vivirán en una época diferente de la vuestra". Respecto a la instrucción, el Islam no marca diferencia alguna entre los niños de ambos sexos. El Profeta ha dicho: La instrucción es un deber para todo musulmán y toda musulmana", sin discriminación entre ellos.
La religión islámica exige que todo musulmán y toda musulmana se instruya, busque el conocimiento, lo aplique en su vida, e intente extenderlo.
El Islam no se contenta con esa invitación de extender la ciencia y la instrucción; exhorta al hombre a adquirir continuamente la ciencia, la instrucción, el estudio y la cultura: "El hombre permanece siendo sabio mientras continúe buscando el conocimiento, el día que crea haberlo hallado, se convertirá en un ignorante"; dice también: El sabio es perdonado en la tierra y en el cielo". Al-Ghazali comenta este precepto: "¿Existe acaso un rango superior al de aquellos a quienes los ángeles de la tierra y del cielo rinden gracias? El sabio se cuida asimismo y los ángeles cuidan de su salvación".
El Profeta fomentaba la instrucción mediante sus palabras y sus gestos. Liberaba a los prisioneros infieles cultos, con la condición de que enseñen a leer y a escribir a los musulmanes, dado el interés que tenia de que la instrucción se difundiera y propagara entre la masa de los musulmanes. Sin cesar ofrecía a la mujer una oportunidad para aprender a leer y a escribir. Pidió a Al-Thwufate Al-Adawiya que enseñara a su esposa Hafza a leer y a escribir. Con ese ejemplo que daba a su pueblo, demostraba la necesidad de instruir a las mujeres y a las niñas.
Un día, después de una de sus campañas, el Profeta vio dos círculos; en uno de esos círculos, las personas presentes invocaban a Dios rogándole; en el otro instruían a las gentes. Dijo el Profeta; Estos invocan a Dios, si El así lo desea los colmara o privara de sus bienes; aquellos instruyen a las gentes. Ahora bien, yo he sido enviado para instruir". Y volviéndose se unió a ellos. Con ese ademan el Profeta quiso demostrar que había que fomentar la ciencia, propagar la instrucción, exaltar el merito de los preceptores y educadores. Es de notar que el Profeta considera el conocimiento como la piedra angular del mundo y de la religión cuando dice:
Aquel que desea el mundo debe recurrir a la ciencia. Aquel que desee el mas allá debe recurrir a la ciencia; aquel que desee ambas cosas debe recurrir a la ciencia". Dice también: Los hombres pertenecen a dos categorías: los sabios y los instruidos; fuera de esas dos categorías nada tiene valor". Dice también: El beneficio del sabio respecto a los creyentes es semejante al de luna respecto a los astros". Dice igualmente: Aquel que sigue el camino que conduce al conocimiento, será guiado por Dios por el camino que conduce al paraíso". Dice el Profeta: Los ángeles bajan sus alas en homenaje a aquel que busca el conocimiento perfecto". Todos estos preceptos alaban el merito de los sabios activos y exhortan la búsqueda del conocimiento; demuestran que el Islam exige la búsqueda de la instrucción, la difusión del conocimiento y la supresión de la ignorancia.
En las "Tradiciones" se dice: "El mejor de los hombres es el creyente sabio, que es útil cuando se tiene necesidad de él, y se hasta a sí mismo cuando no se necesitan sus servicios".
Ali Ibn Abi-Talib dijo a Kamel: ¡Oh Kamel! La ciencia es mejor que el oro; la ciencia te protege y tu proteges el oro; con la ciencia dominas, con el oro eres dominado; con el uso el oro se agota, la ciencia con el uso aumenta". Dice también: "El sabio es mejor que el verdadero creyente que ayuna". Dice también en verso:
"Gloria a los sabios, que son iluminados, para aquéllos que buscan la luz, son los guías. El valor del hombre reside en su sabiduría. Los ignorantes son los enemigos de los sabios. Adquiere la sabiduría, con ella vivirás eternamente; los hombres son muertos, solo los sabios viven".
Dijo también, señalando su pecho: "Aquí se encuentran numerosos conocimientos, y, sin embargo, se les halla una salida". Decía: "El seno de los justos es la cueva de los secretos".
Omar dice: "Hermanos, buscad el conocimiento; Dios posee un ropaje al que tiene afición y con el cual revestirá a aquel que busque el conocimiento en cualquiera de sus dominios". Eso no es sorprendente, pues, por el conocimiento, los corazones viven de la luz de la ciencia, como la tierra vive de la lluvia del cielo.
Un sabio dice: "Si un sabio muere será llorado por la ballena en el agua, por el pájaro en el aire, y si su imagen se borra, su memoria no se olvidara jamás". Se ha dicho: "Se sabio, instructor o auditor, pero no seas ignorante, pues perecerás".
Al-Hasan ha dicho: "Sin los sabios, los hombres serian semejantes a los animales". Con esto quiere decir que, mediante la instrucción, los hombres han superado la condición de animales alcanzado la condición de hombres.
Se ha dicho: instruiros, pues en el saber esta el temor de Dios; la búsqueda del saber es una oración, su estudio la glorificación de Dios; su persecución, una guerra santa; enseñarlo a quien no sabe es una limosna y darlo una ofrenda. El saber es el compañero en la soledad, el amigo en la reclusión; es el guía en la religión, incita a la paciencia en la prosperidad y en la adversidad acerca a los extraños, es la antorcha que ilumina el camino del paraíso. Mediante el saber, Dios eleva a los hombres, haciéndoles llegar a la categoría de jefes y maestros, de guía a quienes se sigue, de quienes se relatan las gestas, de quienes se imitan los actos; los ángeles buscan su amistad y les bendicen con sus alas. El saber es la vida de los corazones, la luz de los espíritus; gracias al saber los hombres son felices; a través del saber Dios es obedecido, adorado, alabado en su unidad, glorificado. Gracias al saber los hombres están unidos, los justos son iluminados y los injustos privados.
Dieron a escoger a un sabio entre la fortuna, la realeza y el conocimiento; el escogió el conocimiento y debido a esa elección le dieron la fortuna y la realeza.
Ibn Masquawieh y al-Ghazali – sabios del Islam – piensan que la ciencia es el alimento del alma u del espíritu. Ibn Jaldun piensa que la ciencia y la instrucción forman parte integral de la civilización humana: dice: "Todos los animales comparten con el hombre las necesidades animales de su naturaleza, como el tacto, el movimiento, la nutrición, etc., pero lo que los diferencia es el pensamiento, y ese pensamiento es la fuente de las ciencias y de las industrias.
Los Califas musulmanes distinguían a los hombres de letras y a los sabios colmándolos de regalos, lo cual demuestra que reverenciaban la ciencia, y exhortaban a sus hijos a instruirse. Abdel-Maek Ibn Maruan daba a sus hijos el siguiente consejo: "Hijos míos, instruíos; si sois excepcionales me superareis, si sois medianos tendréis éxito, si sois como la mayoría de los mortales, viviréis". Según su opinión los seres excepcionales, gracias a la instrucción, se convierten en maestros; los medios en jefes y la mayoría de los mortales pueden ganar sus vidas.
Musa ibn al-Zubeir decía a su hijo "instrúyete, si no eres bello lo parecerás, si no eres rico lo serás". El saber es el adorno de aquel no posee adorno y la fortuna de aquel que no la tiene.
Al-Rachid confió la educación de su hijo al-Ma'amoun, a Siba Weih y la de su hijo al-Amin, a la-Ahmar, apodo de Ali Ibn al-Hassan. Hizo a los preceptores la recomendación siguiente, a la luz de la cual deberían emprender la educación de sus hijos:
"¡Oh Ahmar! el Príncipe de los Creyentes te ha confiado el alma de su alma y el fruto de sus entrañas. Protégelo. Tienes derecho a su obediencia y cumple el papel que te ha designado el Príncipe de los Creyentes. Enséñale el Corán. Cuéntale la historia. Cítale los poemas. Hazle conocer los ritos. Ilumínalo sobre las reglas de la lengua. Prohíbele la risa cuando no deba. Si alguno de los Benu Hachem va a su casa, exhórtale a respetarlo. Si un general le visita, deberá glorificarlo. No dejes pasar ninguna hora sin aprovechar la oportunidad de instruirlo, sin entristecerlo, sin embargo, pues esto enmohecería su inteligencia. No exageres la tolerancia, pues contraería la costumbre de ociosidad. Corrígele todo lo posible, con dulzura y paciencia; si no atiende recurre entonces a la firmeza y a la severidad".
En esa recomendación se manifiestan, a la vez, la sabiduría y el equilibrio de opinión; ahí se encuentra uno de los mejores métodos de la enseñanza secundaria: el estudio del Corán, de la historia, la literatura, la poesía, los ritos, la lengua, la retorica, la educación religiosa, literaria, científica y social. La última parte de la recomendación puede considerarse como el estatuto de la forma de actuar y la manera de castigar al alumno.
"No exageres la tolerancia, pues contraería la costumbre de la ociosidad. Corrígele todo lo posible con dulzura y paciencia, si no atiende, recurre entonces a la firmeza y a la severidad".
Los sabios, los hombres de letras y los filósofos han comentado prolijamente esta cuestión. Al-Ghazali dice:
"Aquel que adquiere el saber, se aprovecha de él y hace que se aprovechen los demás, es como el sol que brilla para sí mismo, para los otros y es todo brillo". "Recordemos lo que han dicho los sabios del Islam; "Buscad el conocimiento desde la cuna hasta la tumba, buscad el conocimiento aunque para ello tengáis que ir hasta China".
Preguntaron a Abi Amr Ibn Al-Ala'a: "¿Es bueno para un viejo buscar la sabiduría?" Respondió: Si le gusta vivir, le gustara buscar la sabiduría". Pero no cabe la menor duda de que el niño es más apto para la instrucción que el viejo.
Al-Ghazali dice: "El conocimiento se adquiere de la misma forma como se adquiere la fortuna – Aquel que sabe actúa, enseña, es el que llaman grande en el reino de los cielos. Es como el almizcle, perfumado y que perfuma. Aquel que sabe pero no actúa, es como el cuaderno que es útil pero vacio, a la afiladera que agudiza pero no corta, la aguja que viste pero esta desnuda, a la mecha de la lámpara que ilumina pero se consume. Se ha dicho: "No es sino una mecha encendida que ilumina consumiéndose".
Se dice en "las Tradiciones": "Adquirid el conocimiento, que es una de las bases de la religión, el guía del hombre, el compañero en la soledad, el amigo en el exilio, el vinculo en las reuniones, es el medio para adquirir la fortuna y subvenir a las necesidades".
La ciencia, si se aplica en la vida, tienes las siguientes ventajas: conduce a la religión, llama la atención del hombre sobre lo que le es útil o nefasto; le sirve de compañía en la soledad y en su reclusión, de amigo en el exilio; es un lazo en los círculos y las reuniones; proporciona la fortuna y es el medio para alcanzar la riqueza. Son estos, en efecto, nobles y útiles beneficios, y de felices consecuencias.
El poeta ha dicho:
"El más noble de los hombres es el sabio, incluso si no pertenece a la nobleza de su pueblo. Allí donde se encuentre vive gracias a su saber, En ninguna parte es el sabio un extraño".
El sabio – incluso de origen modesto – es a los ojos del Islam grande y noble; el Islam no tiene en cuenta ni la casta ni el nacimiento; tan solo tiene en cuenta el saber, los actos, la piedad y la pureza. Si el sabio viaja a un país, puede vivir allí gracias a sus conocimientos, no es un extraño en parte alguna.
La ciencia es la base del éxito en la vida. Gracias a ella el pobre puede alcanzar los rangos más elevados, los puestos más importantes, en las naciones islámicas. Gracias al conocimiento y la instrucción, se desvanecen las diferencias sociales triunfando la igualdad y la equidad de oportunidades. Siendo el Islam la religión de la verdadera democracia, de la justicia absoluta y de la total igualdad, la pobreza o modestia del origen no puede constituir un obstáculo que impida al hombre alcanzar los rangos elevados y los puestos importantes en el mundo islámico.
El hombre es aquel que dice: "¡he aquí lo que yo soy", y no "mi padre era"!
Los musulmanes son juzgados por sus conocimientos, sus actos y no por su nacimiento, su raza u origen los padres, los antepasados, el nacimiento, el linaje, la riqueza o la pobreza no cuentan en el Islam; la justicia es una necesidad; no se distingue entre un árabe o un extranjero sino por la piedad, las buenas acciones, el valor del conocimiento y de las costumbres.
La instrucción es, sin duda alguna, uno de los derechos del hombre; le es tan necesaria como el agua, el aire y el alimento. Si el hombre desea vivir, debe instruirse y nosotros debemos ayudarle.
"Si el conocimiento ilumina una nación, realizara pronto sus esperanzas".
Una nación donde la instrucción es general, realizara, sin duda alguna, sus esperanzas, su libertad y su independencia, y el colonialismo no podrá detenerla. La instrucción es la mejor cosa que poseen los mejores hombres; es el medio seguro para elevar el país en vías de desarrollo; es el mejor de los dones; la ignorancia, por el contrario, es el peor de los vicios; una vida de ignorancia es la muerte. La instrucción es para el hombre una de las necesidades de la vida.
Los sabios del Islam animan a los estudiantes a instruirse, a buscar la verdad, a conocer las ideas y opiniones y a aplicarlas en la vida práctica; además, les animaban a dejar el país y realizar largos viajes en busca del conocimiento.
¿POR QUE PRESCRIBE LA IMSTRUCCION EL ISLAM?
Desde los primeros versículos revelados al Profeta, el Islam prescribe la instrucción, pues es el primer deber, y el medio que permite al hombre elevarse, reformar a los pueblos y al mundo, esto, si conocimiento y acción van unidos. Al-Ghazali dice: "Si un hombre resuelve cien mil, problemas científicos y los aprende sin aplicarlos, le son completamente inútiles. Si lees durante cien mil años y si posees cien mil volúmenes, no estarás preparado a recibir la clemencia de Dios, sino con la condición de que actúes".
Al-Ghazali piensa que el conocimiento solo es insuficiente; tiene que ir acompañado de acción, y eso lo que explica con las siguientes palabras:
"Todos los hombres están destinados a perecer, con excepción de los sabios; todos los sabios están destinados a perecer, con excepción de aquellos que actúan; aquellos que actúan están destinados a perecer, con excepción de aquellos que son sinceros".
Exige que el musulmán culto aplique su conocimiento y se dedique a su obra. Para él, obrar es limpiar el espejo del alma de las impurezas del mundo y de sus bajezas; es adornarse con las siguientes virtudes: paciencia, gratitud, buenas costumbres, nobles sentimientos, sinceridad, devoción y piedad; es evitar pecados tales como la impaciencia, la ingratitud, la envidia, el rencor, la superchería, la soberbia, el orgullo, la vanidad y la hipocresía.
Los filósofos del Islam han sentido cuán importante era la acción para afirmar el conocimiento y consolidar su influencia. El Profeta dice: "El hombre rechaza un conocimiento que sabe no le es útil".
Al-Nimari Al-Qortobi dice en su obra (Gama bayan al-ilm wa fadlihi T.I. p. 118): "Uno de los sabios musulmanes dice: "Los escalones de la ciencia son los siguientes: desear, escuchar, comprender, estudiar, actuar, difundir", lo cual quiere decir que, primero, el hombre desea instruirse, después escucha las palabras de los sabios y finalmente difunde y extiende entre las gentes las ideas y las opiniones que ha asimilado. Esto es el ideal de toda educación y de toda instrucción.
Es inútil citar los beneficios de la ciencia y de la instrucción, y las desventajas de la ignorancia. Podemos afirmar que para que una nación progrese es necesario que la instrucción sea general, que la acción y el conocimiento son los únicos medios para salvar al hombre de la ignorancia y el vicio. La educación y la instrucción extendidas por todas las clases de la sociedad de los países desarrollados dan como resultado la civilización moderna, el progreso de la ciencia y de los inventos, y el poder creador que apreciamos en esas naciones.
El educador debe aplicar su saber en su vida; sus gestos no deben desmentir sus palabras; aquel que prohíbe a los otros lo que él se permite hacer, es un veneno mortal: es el objeto de las burlas, de las acusaciones de aquellos que siguen sus consejos. El profesor que guía es, respecto al alumno, como la sombra a la rama: ¿puede acaso ser recta la sombra de una rama torcida? Se ha dicho a tal respecto:
"No prohíbas a otro aquellos que tú haces. Es vergonzoso actuar de tal forma
Dios dice: "Ordenáis a los demás hacer el bien. ¿Y ¿Qué hacéis vosotros?" Por esta razón la desobediencia de un sabio es un pecado mayor que la de un ignorante, pues son muchos los que imitan su pecado y siguen sus huellas. Aquel que instituye una tradición nefasta es responsable de su pecado y del pecado de aquellos que le siguen; por eso dice el Profeta: "Dos hombres me han hecho mucho mal: el sabio licencioso y el ignorante devoto; pues la impudicia del sabio y la devoción del ignorante inducen a los hombres a la tentación". Dice también el Profeta: "El hombre que no aplica su saber no puede considerarse sabio" Añade: "Aquel que adquiere el conocimiento sin adquirir la gracia se aleja de Dios".
Omar dice: Lo que más temo para esa nación es el peligro del sabio hipócrita". Le preguntaron: "¿Qué quiere decir un sabio hipócrita?" Respondió: Aquel que es sabio de palabra, hipócrita de corazón y de hechos".
Al-Hassan dice: "No seas de aquellos que recogen el conocimiento de los sabios, las palabras de los prudentes y siguen con sus actos el camino de los fatuos". Un hombre dijo a Abi-Hurairiya: "Quisiera instruirme, pero temo perder el conocimiento". Este le respondió: "Ignorar el conocimiento es perderlo".
Dice Dios: "Es muy odioso a Dios que digáis lo que no hacéis".
Abou Al-Darda ha dicho: "Sea maldito una vez aquel que no sabe, y siete veces aquel que sabe y no aplica lo que sabe".
Makhul cuenta que Abdel-Rahman Ibn Ghanan decía: "Diez de los compañeros del Profeta me han dicho que cuando el Profeta apareció les dijo: aprended lo que deseéis, pero Dios no os recompensara si no aplicas vuestros conocimientos". Si la religión islámica exige el conocimiento, exige la acción, pues el conocimiento sin acción es como un árbol sin frutos.
"Oh tu que das consejos, serás acusado si prohíbes los actos que tú mismo realizas".
"Tu les predicas sermones con asiduidad, pero cometes los peores crímenes".
"Tu acusas el mundo y aquellos que codician sus bienes, pero tu deseo es más intenso que el de ellos".
Se ha dicho: "Aprended lo que ignoráis para que podáis actuar según lo aprendido".
"Aquel que sabe y no aplica lo que sabe es semejante a la mujer que ha cometido el adulterio secretamente, que concibió y cuando su pecado fue descubierto, quedo cubierta de oprobio; así será cubierto de oprobio por Dios el día del Juicio Final aquel que no aplica su conocimiento".
Con frecuencia escuchamos amargas críticas sobre el hecho que enfermedades como la belarzia y el anquistoma son corrientes en el país, que existen muchos mendigos, enfermos, ciegos, y esto, hasta el punto de que nuestro país cuenta con el mayor porcentaje de ciegos del mundo; oímos hablar de la disolución de costumbres, del gran número de accidentes y de crímenes; ahora bien, si instruimos debidamente al país, con seguridad se elevara el nivel higiénico, moral y social. El Ministerio de Enseñanza y Educación ha actuado muy bien instituyendo la instrucción gratuita en los niveles de primera y segunda enseñanza, con el fin de ofrecer a los ricos, a los pobres, y a todos los que no tienen medios, la oportunidad de instruirse. Debemos instruir a todo ciudadano de la R. E. A. Todo individuo del mundo islámico y árabe debe instruirse, pues el conocimiento es el camino que conduce a la libertad a la fortuna, al progreso y al renacimiento.
Hay que instruir a la nación para disminuir el número de pobres, no permitir a los niños que trabajen antes de ir a la escuela; hay que educarlos para prepararlos a ganarse la vida y vivir mejor que los ignorantes; primero debemos dar a los jóvenes una instrucción teórica, después industrial, agrícola y comercial con el fin de proporcionarles un trabajo, después de haber aprendido un arte o un oficio; todo ello con el fin de terminar con la ignorancia, la pobreza, la enfermedad, y para no sofocar la inteligencia de los ciudadanos de la R. E. A. Si realizamos lo dicho, veremos el nacimiento de una generación nueva de cuerpo sano, espíritu sabio, de buenas costumbres, que contribuirá a la realización de las esperanzas de gloria y grandeza de la nación.
Los países islámicos de Oriente y Occidente, para reconquistar la pasada gloria y esplendor deben extender la instrucción, y generalizarla. La ignorancia es un mal, es la primera razon de la regresión respecto a los tiempos pasados, días de gloria y de esplendor. La instrucción es el único medio que permite el progreso en todos los dominios. El Islam es una religión de luz y conocimiento, sin defecto alguno; exige la instrucción tanto para el hombre como para la mujer. "La instrucción es un deber que debe cumplir todo musulmán y toda musulmana" dijo el Profeta. ¿Cuándo llegara el día en que la instrucción será general en el mundo islámico entero? ¿Cuándo pondremos fin a la ignorancia? Y ¿Cuándo celebraremos la desaparición del último iletrado de la R. E. A. y de la nación árabe?
CAPITULO III
EL HOMBRE SABIO Y EL HOMBRE
INSTRUIDO EL PROFESOR
Y EL ALUMNO
Los filósofos del Islam se han interesado por el tema del hombre sabio y del hombre instruido, del profesor y del alumno, sus derechos y deberes; se han extendido largamente sobre las cualidades que deben revestirlos. "Al-Nimri Al Qortobi habla en su libro "Gama'e vayan al-ilm wa fadlihi" sobre las costumbres del hombre sabio y del hombre instruido; también Al-Ghazali en "Fatihat al-ulum" y en "Ihya' ulum al-dine" comenta el mismo tema. El maestro debía ser venerado y glorificado; era colocado en el rango subsecuente al de los profetas. El Profeta dice; "La tinta del sabio es mejor que la sangre de los mártires". El sabio activo es mejor que el devoto que consagra sus días al ayuno y sus noches a la adoración y a la oración. Al-Ghazali subraya la importancia del conocimiento y de la acción cuando dice; "Aquel que sabe y aplica su conocimiento es considerado como grande en el reino de los cielos. Es como el sol que ilumina y es iluminado, como el almizcle que perfuma y es perfumado. Aquel que enseña está encargado de una importante misión y noble obra; debe preservar sus costumbres y su rango".
El poeta Ahmed Chawki reconoce los meritos del profesor cuando dice:
"Alzate ante el profesor y honarle, pues el profesor es casi un profeta".
El profesor es el padre espiritual del alumno. Nutre si alma mediante el saber; educa y forma su carácter, si el veneramos y estimamos, veneramos y estimamos a nuestros hijos; a través de él, viven y se educan, con la condición que cumpla plenamente su misión.
Abu al-Darda'a dice: "El profesor y el alumno son dos compañeros en la virtud".
En la Edad Media, en los Institutos de Europa, se trataba a los profesores con dureza y crueldad; el maestro hacia voto de obediencia al rector de la Universidad debiendo plegarse a los reglamentos que el mismo le imponía. Si por lo menos cinco estudiantes no asistían a sus cursos, era considerado como ausente y condenado a pagar una multa. El alumno estaba encargado de de denunciar al profesor si este se ausentaba sin permiso. En esa época, por el contrario, en los Institutos islámicos, el profesor estaba rodeado de veneración gozaba de una elevada posición y de completa libertad respecto a la enseñanza, la selección de materias, los horarios de los cursos y el numero de conferencias que daba.
Las cualidades que debe poseer el profesor en la educación islámica son:
1-La devoción a la enseñanza para merecer la gracia de Dios:
El profesor gozaba de un rango elevado, sagrado, y le incumbían deberes en relación con ese rango. Debía estar apartado de los intereses del mundo, buscando a través de la enseñanza la gracia de Dios. No debía esperar un salario, una paga o una remuneración material; todo lo que deseaba de su enseñanza era la adquisición de la gracia de Dios, la difusión de la ciencia y de la instrucción. Para subsistir y ganar sus vidas, los profesores copiaban libros y los vendían.
Durante muchos siglos los sabios islámicos no aceptaban paga alguna de sus alumnos; pero con el tiempo, se fueron fundando escuelas, fijándose salarios para los profesores; numerosos sabios protestaron; criticaron el sistema oponiéndose al mismo por piedad y devoción.
Pensamos que el hecho de aceptar un salario no se opone a la búsqueda de la gracia de Dios y al desasimiento de los bienes de este mundo, pues el sabio aunque apartado de los lazos terrestres y asceta tiene necesidad de dinero para subvenir a sus necesidades.
2-La Pureza:
El profesor debe tener puros el corazón y el cuerpo: no debe cometer pecados o faltas; debe tener el alma pura; debe estar exento de los pecados de orgullo, hipocresía, envidia, animosidad, odio, y otros defectos.
Dos hombres son la calamidad de mi nación: "el sabio libertino y el ignorante piadoso; el mejor de los mejores es el mejor de los sabios y el peor de los peores es el peor de los sabios."
3-La conciencia profesional:
La lealtad del sabio respecto a su trabajo es el mejor medio de asegurar el éxito en su profesión, así como el éxito de sus alumnos. Lo leal es actuar de acuerdo con sus palabras, hacer concordar actos y palabras; no avergonzarse de decir: "no sé." El verdadero sabio es el que siente la necesidad de aumentar sin cesar sus conocimientos; el que en la búsqueda de la verdad se coloca en el mismo plano que sus alumnos, se consagra a ellos y respeta sus horarios; y, como es modesto, nada le impide aprovecharse de sus conocimientos. Debe ser ecuánime y firme en sus actos y palabras; dulce sin debilidad, fuerte sin violencia.
4-La paciencia:
El profesor debe ser paciente con sus alumnos; dominarse a si mismo, reprimir su cólera, tener un gran corazón, calma y no irritarse por las razones más fútiles.
5-La gravedad y la dignidad:
Para alcanzar la perfección, el profesor debe ser grave y digno, tener prestigio, estar por encima de las bajezas, despreciar el mal. No debe vociferar, ni hablar demasiado, con el fin de ser respetado, venerado y considerado.
6-El profesor debe ser un padre antes de ser un maestro:
El profesor debe profesar a sus alumnos el amor que siente por sus hijos; debe considéralos como sus hijos. Sobre esa base se funde la educación islámica. El hijo de elección (el alumno) debe ser más querido por el profesor que su verdadero hijo. El padre que lleva a sus hijos en su corazón es corriente; pero el padre lleva a los hijos de otro en su corazón, es considerado como un padre ideal, completo. Los alumnos más dignos de afecto y ternura son aquellos que vienen de hogares marcados por el infortunio; no aman a nadie, pues sienten que no son amados. El profesor puede aprovechar la oportunidad de llegar a los corazones de esos desgraciados con el fin de amparar sus vidas, salvar sus corazones de la miseria y de la muerte; debe hacer todo lo posible por ayudarlos a allanar los obstáculos que se presentan en sus caminos, siendo un verdadero padre, tierno, que les ofrece su afecto, comprende y corrige sus debilidades y comparte sus sentimientos.
7-Debe ser un pedagogo:
Debe conocer la naturaleza de los niños, sus inclinaciones, sus costumbres, sus gustos y pensamientos para no errar en el camino de su educación. Son estos los principios que proclaman los educadores del siglo XX. La educación islámica exige que el profesor conozca las aptitudes de los niños y las tenga en consideración en su educación con el fin de escoger, con discernimiento, los temas que convienen a su nivel intelectual: No debe hacerlos pasar de lo visible a lo microscópico o de lo exotérico a lo esotérico desde la primera etapa, pero según sus aptitudes, o sea no debe pasar de lo fácil a lo difícil, de lo claro a lo oscuro, bruscamente; debe avanzar gradualmente según las aptitudes de los niños, sus inteligencias y sus grados de comprensión.
8-El profesor debe dominar la materia que enseña:
El profesor debe perseverar en la investigación y la lectura con el fin de que su conocimiento no sea superficial y no enriquezca a sus alumnos. El profesor del ciclo superior de estudios tenía una posición importante: gozaba de la confianza y del aprecio de sus alumnos y de sus padres; contrariamente a sus colegas que enseñaban en el ciclo de estudios primarios y no gozaban de las mismas prerrogativas.
Los escritores no sentían respeto ni consideración por los profesores de las clases primarias. Por ejemplo Al-Gahiz aconsejaba no volverse hacia aquel que se mezclaba demasiado con las mujeres y los niños.
Pero, por otro lado, son numerosos los sabios celebres que enseñaban a los niños, como al-Komeit, al-Dahak Ibn Mouzahem, Abdallah Ibn al-Harith, Abu Obaid al-Kasem, el gobernador de la provincia de Jorasan.
Se ridiculizo a al-Haggag pues había sido maestro en Taif; por aquel entonces llevaba el nombre de Kulaib; el poeta lo maldice diciendo que aceptaba el pan a guisa de retribución.
"¿Acaso olvida Kulaib los tristes días en que enseñaba la sura de Al-Kawsar? Un pan le parecía un astro, y el otro la luna resplandeciente".
¿En las obras islámicas encontramos numerosas indicaciones concernientes a los maestros de las escuelas primarias; escogemos algunos textos que citamos a continuación:
"No debe compartir el alimento con los niños; no debe escribir anuncios y colgarlos de la puerta de la escuela para llamar la atención de los alumnos, pues tal acción es vulgar; no debe favorecer a los alumnos ricos en detrimento de los pobres; no debe utilizar a los alumnos en las tareas caseras; debe tratarlos a todos con justicia. Debe enseñar el mismo a los alumnos, si esto le fuera muy difícil, puede encargar a algunos de los mayores la enseñanza de los pequeños. Este sistema educativo permite la participación del alumno en la educación: se instruyen y se dictan mutuamente".
Abu-Chama al-Chafei en su obra "Magmou2at A-Rasail" (Colección de Tratados), considera de la forma siguiente las costumbres requeridas para el profesor de los jóvenes:
Debe comenzar por formarse a si mismo, pues sus ojos le miran y sus orejas le escuchan; aquellos que es bello para él lo es para ellos, y lo mismo lo que es feo. Debe ser poco locuaz. El temor debe ser la base de su formación, pero no debe exagerar los golpes y los castigos. No debe intentar agradar a alguien estando ellos presentes; no debe admitir sus ausencias; debe rechazar sus mentiras y calumnias. No debe solicitar los favores de sus padres." Todos estos bellos consejos no pueden ser criticados por la pedagogía.
El preceptor o el profesor particular:
El preceptor o el profesor particular es aquel que se encarga de la educación de uno o más niños de los nobles y de los califas. Los instruye y los forma, ya sea en su casa o en el palacio. El padre colabora con el preceptor en la selección de las materias que serán enseñadas a su hijo. El alumno continuara sus estudios hasta el momento en que alcance el nivel deseado. Para que el preceptor pudiera vigilar de cerca a su principesco alumno, se le instalaba en una de las alas del palacio, donde vivía, comía y dormía. El preceptor dedicaba a su alumno cuatro horas o más de su jornada pasando varios años educándolo y formándolo.
Los Califas respetaban a los preceptores de sus hijos rodeándoles de solicitudes: estos últimos tenían un gran prestigio literario en la sociedad. Tan solo algunos ascetas rehusaron ese lugar de elección, y eso debido a la grandeza de sus almas y al desasimiento por los bienes terrenales, tales como al-Jalil Ibn-Ahmad y Abdalla Ibn Idris, quienes prefirieron consagrarse a la enseñanza pública en vez de limitarse a la de los hijos de una clase privilegiada.
Para conocer la opinión de Abdel-Malek Ibn Marwan sobre la educación, citaremos la recomendación que hizo al preceptor de sus hijos:
"Enséñales la franqueza como les enseñas el Corán; aléjales de la gente baja, pues son las personas menos piadosas y menos educadas; aléjalos de los servidores pues les harán daño; aliméntalos con carne para que sean fuertes: enséñales la poesía, serán gloriosos y fuertes; ordénales que se laven los dientes, que beban el agua lentamente; si tienes que hacerles reproches, hazlo discretamente para que nadie lo sepa y se burle de ellos."
Abdel-Malek aconseja al preceptor que enseñe a sus hijos la franqueza; debe conceder al lado moral el mismo cuidado que al estudio del Corán y a su explicación; debe alejarlos de la gente baja y libertina para que no repitan las malas palabras, imiten sus actos reprensibles, y se parezcan a ellos en la impiedad y malas costumbres.
Debe evitarles el contacto con servidores y criados, pues pueden corromper sus costumbres. Debe alimentarlos con carne para fortificar sus cuerpos y no sean anémicos físicamente; debe enseñarles el verso, la métrica y la rima para que pueden apreciar la poesía, proporcionarles la oportunidad de hacerse celebres y elevarse hasta las más altas dignidades de la vida. No debe olvidar sus dientes, animándoles a lavárselos, pues ellos conducen al estomago, que es sensible a todo alimento y a toda bebida. Debe enseñarles buenas costumbres higiénicas y aconsejarles que beban lentamente. Cuando les riña debe pacerlo discretamente; aquellos que divulgan los secretos, no deben conocer esas reprimendas y castigos con el fin de preservar su dignidad y no exponerles al desprecio.
En esa recomendación Abdel-Malek no ha tenido tan solo en consideración la educación científica, religiosa y literaria, sino también la educación moral, física, lingüística, higiénica y social.
Los consejos y las recomendaciones difieren según los padres y sus opiniones sobre la instrucción de sus hijos; citaremos algunos:
Omar Ibn Okba decía al preceptor de su hijo:
"Empieza la educación de mis hijos con tu propia educación, pues sus ojos te observan; para ellos, el bien es lo que tú haces y el mal lo que tu evitas. Enséñales el libro de Dios sin cansarlos para que no lo abandonen y sin descuidarlo para que no lo olviden. Informales sobre los preceptos del Profeta, la más bella poesía.
No cambies de asunto hasta que hayan asimilado el primero, pues demasiados conocimientos ensombrecen el espíritu. Enséñales las tradiciones de los sabios. Evita que conserven con las mujeres. "No cuentes con que te disculpe, aunque tengo plena confianza en tu competencia." Y en otra versión: "Enséñales las acciones de los sabios y las costumbres de los hombres de letra. Debes ser un medico que no prescribe el remedio hasta haber diagnosticado la enfermedad".
Aconseja al preceptor de sus hijos que se eduque el mismo, para darles buen ejemplo, pues él es su ideal; ellos le observan e imitan sus obras y gestos; ellos aprueban lo que él hace y desaprueban lo que el evita. Debe enseñarles el libro de Dios para que les sirva de guía y de luz, pero le previene para que no los canse y se aparten; debe animarles a estudiar el Corán, a comprenderlo y a sacar provecho. No debe descuidarlo, para que no lo abandonen y lo olviden.
Y como debes cuidar el estudio del Corán, les enseñaras los preceptos del Profeta; escógeles el estilo más puro de la poesía árabe; aléjales de la poesía amorosa y de la satírica para que no sufran su influencia. No les hagas pasar de un sujeto a otro hasta que no dominen el primero, pues perfeccionar un sujeto ayuda al alumno a retenerlo, y un gran número de asignaturas en un programa embaraza el espíritu del alumno. Enséñales la vida de los sabios, sus acciones, su forma de actuar, para que les sirven de guía. Evítales las conversaciones con las mujeres, para que no caigan en error y se extravíen. "No cuentes con ninguna excusa de mi parte: tengo plena confianza en tu competencia, en tu sinceridad, en tu lealtad. Debes ser para ellos como el médico hábil que descubre la enfermedad, la diagnostica y después la cura".
Todo profesor o preceptor debe inspirarse en tan bella recomendación. El profesor debe tener costumbres perfectas, dominar su ciencia, animar a los alumnos a estudiar el Corán y los preceptos del Profetas, y también, inspirarles el deseo del estudio. Debe escogerles la mejor poesía, la más pura. Los alumnos deben seguir los pasos de los sabios, evitar las mujeres y dedicarse al estudio y a la investigación.
Hicham Ibn Abdel-Malek dijo a Soliman al-Jalbi, preceptor de su hijo: "Mi hijo es la niña de mis ojos, y yo te confío el cuidado de su educación. "Teme a Dios y cumple fielmente tu misión. Te recomiendo en primer lugar que le enseñes el libro de Dios; después enséñale la más bella poesía luego acompáñale por los barrios de los beduinos y recoge sus más bellos versos; enséñale a discernir entre el bien y el mal; nárrale las campañas militares y los discursos".
Hicham dijo al preceptor de su hijo: que su hijo era para él lo más preciado del mundo, y que él le confiaba el cuidado de instruirle y educarle. Le recomienda el temor de Dios y que cumpla la tarea que le ha sido confiada, pues la bondad del profesor tiene profunda influencia en el alma del alumno. Tan solo son provechosas la ciencia y la piedad del hombre virtuoso. Hicham ordena al preceptor que cuide el estudio del Corán, y después, de la poesía para formar el gusto de su alumno, permitirle discernir la perfección del estilo, la riqueza de la imaginación y la profundidad del pensamiento. Hicham le recomienda que recorra con su alumno los barrios de los beduinos con el fin de recoger sus poesías y aprender las más bellas; el preceptor deberá informar, también, a su alumno, sobre lo que Dios ha autorizado lo que ha prohibido, que sea advertido en lo que concierne a la religión, que sepa aquellos que es licito y lo que es ilícito, que siga lo primero y evite lo segundo. El preceptor deberá animar a su alumno a estudiar los discursos de los oradores, y sacar provecho de la profunda sabiduría, de las opiniones juiciosas, de los consejos preciosos, de los ejemplos de retorica que encuentre, que comprenda el profundo significado de cada discurso.
En la época Fatimida, los Califas, fundaron escuelas privadas en sus palacios con el fin de instruir a los hijos de los gobernadores y de la nobleza islámica, y darles la formación necesaria que le permitiría realizar las importantes funciones del Estado.
Derechos y deberes de los alumnos en la educación islámica:
Así como la educación islámica fijaba los derechos y los deberes de los profesores, delimitaba también los de los alumnos y especificaba las cualidades que debían tener. Entre esos derechos citaremos: tener todas las facilidades para instruirse sin discriminación entre ricos y pobres.
El viajero Ibn Djubair ha descrito todas las facilidades que tenían los estudiantes para estudiar e instruirse: se fundaron grandes escuelas, se destinaron bienes para el mantenimiento de alumnos y profesores, se erigieron edificios para su habitación; Ibn Djubair describe todo eso entre las mayores glorias del Islam y de los musulmanes… Aquel que desee el éxito debe partir para Marruecos, allí encontrara ayuda; esto no debe asombrarnos, pues los musulmanes sentían verdadera estima y veneración por aquellos que buscan el conocimiento, pues, para ellos, la cosa más noble del mundo era el Saber y el conocimiento. Los musulmanes decían que el que busca el conocimiento sigue el camino del paraíso.
Entre los deberes que el estudiante no debía olvidar jamás señalamos los siguientes:
1-Purificar su corazón antes de empezar su instrucción, pues el estudio y la instrucción son una oración, y tan solo cuando se tiene el corazón limpio se puede orar. Debía adornarse con virtudes tales como la franqueza, la sinceridad, el temor de Dios, la modestia, la devoción y la satisfacción; debía evitar los vicios tales como el rencor, la envidia, el odio, el orgullo, la falsedad, la fatuidad, la vanidad.
2-Mediante la instrucción el alumno debía adquirir la virtud y acercarse a Dios, y no enorgullecerse, jactarse o alabarse.
3-El alumno debía perseverar en la búsqueda del conocimiento, no dudar en abandonar familia y patria y llegar hasta los confines del mundo, si fuera necesario, para buscar un maestro.
4-El alumno no debía cambiar con frecuencia de profesor, y debía reflexionar largamente antes de tomar tal decisión.
5-El alumno debía respetar, honrar y venerar a su profesor; debía satisfacerle por todos los medos.
6-El alumno no debía irritar a su profesor haciéndole un gran número de preguntas y no hostigarle con sus respuestas. No debía precederle, tomar su lugar, o hablar sin permiso.
7-El alumno no debía divulgar los secretos de su profesor, ni calumniar a nadie en su presencia; no debía aceptar sus excusas.
8-El alumno debía ser sincero y perseverar en sus investigaciones. Debía procurar aumentar sus conocimientos, día y noche, sin interrupción, empezando por las ciencias más importantes.
9-La fraternidad, el afecto y la ternura debían reinar entre los estudiantes, comportándose como los hijos de mismo hombre.
10-El estudiante debía saludar al profesor en primer lugar, hablar poco en su presencia, no decirle nunca "un tal no está de acuerdo contigo," no hacer preguntas a sus camaradas en su presencia.
11-El alumno debía asistir regularmente a sus cursos, estudiar por la tarde y por la mañana: "las horas del crepúsculo y del alba son sagradas." Esto nos recuerda los siguientes versos: "Oh tu que buscas el saber, practica la devoción, no dejas que te aparte ni el sueño ni el hambre".
12-El alumno debía tomar la decisión de dedicarse a la ciencia hasta el fin de sus días, sin olvidar ciencia alguna; pero dando también a cada una su justo valor; no debía dejarse influenciar por la reputación de sus predecesores respecto al valor de ciertas ciencias, tales como la lógica y las máximas.
Los principios fundamentales relativos a profesores y alumnos son los siguientes:
1)La perfección moral es superior al conocimiento:
Los musulmanes consideran que la perfección moral esta antes que el saber, y piensan que es la base del éxito del profesor y del alumno. Como las abluciones preceden a la oración, así mismo, profesor y alumno, deben empezar purificándose de los vicios y de las imperfecciones, pues el estudio es una de las formas de orar. Esto es la sabiduría y la razón misma, pues toda educación que no se funde en la perfección moral marcha hacia un fracaso seguro, así como toda civilización que no se funda en el bien y la virtud es como el espejismo, engañoso y ficticio.
2)La veneración de la ciencia y de los sabios:
Uno de los principios más admirables del Islam era la veneración del saber, del conocimiento, de los sabios y de los maestros. El saber y los profesores eran sagrados para el Islam y los musulmanes, de ahí que profesores y alumnos se dedicaran lealmente al estudio, a la investigación, y perseveraran. Entre los musulmanes han existido sabios e intelectuales geniales. Pero uno de los resultados de esa veneración fue el debilitamiento del espíritu crítico entre los sabios.
3)Observación de la solidez de lazos, concordia y afecto entre profesores y alumnos:
Se exigía que el profesor fuera compasivo respecto a sus alumnos, que los tratara como a sus hijos; los alumnos debían contentar a sus profesores, respectarlos y venerarlos.
La solidez de lazos, la concordia y el afecto entre alumnos y profesores asegura el éxito de la instrucción y de la educación. El éxito del maestro dependía del espíritu de confianza y de justicia que inculcaba a sus alumnos; cuando estos sentían la ternura y el afecto, desaparecían las dificultades ante ellos; en efecto, si un alumno no aprecia a un profesor, basta ese hecho para que sienta aversión contra la materia que aquel enseña; si, por el contrario, siente afecto por el profesor, se interesará y apreciara la materia.
Los pedagogos del Islam han subrayada la influencia de las buenas relaciones entre profesor y alumno en la instrucción y en la educación. Era por esa razón que observaban ese principio; estudiaban las inclinaciones de los estudiantes, el nivel intelectual y científico, e intentaban hallar el mejor sistema para hacerles asimilar los conocimientos y permitirles evolucionar. Les inspiraban el deseo de instruirse, e intentaban hacerles apreciar las diferentes materias. No utilizaban el sistema de amenaza o intimidación; antes por el contrario, fomentaban el uso del elogio, absteniéndose de la censura y de la amonestación.
Obtuvieron pleno éxito en su misión científico, y, la educación islámica, esta considerada como la ideal desde el punto de vista humano.
Los deberes del profesor según Al-Ghazali:
1-Que tenga compasión por sus alumnos y los trate como a sus propios hijos. El Profeta dice: "Soy para vosotros como un padre para sus hijos".
2-Que no busque remuneración o agradecimiento por su enseñanza; que lo haga de una forma gratuita y con el fin de alcanzar la gracia de Dios.
3-Que aconseje a su alumno en todas las cosas y aproveche la menor oportunidad para aconsejarle y guiarle.
4-Debe reprochar a su alumno las malas costumbres de una forma indirecta y no explícitamente; debe reprenderle de una forma clemente y no con amonestaciones. Si el alumno comete una falta, Al-Ghazali aconseja al profesor que le amoneste con un gesto o una insinuación, de una manera tierna y clemente, y no acusarle abiertamente.
5-Que el profesor tenga en consideración el nivel intelectual de sus alumnos, y les hable de acuerdo con sus inteligencias; no debe enseñarles materias que no pueden comprender para que no sientan adversion por la instrucción. Este es uno de los principios esenciales de la educación moderna.
6-No debe disminuir a los ojos de los alumnos la importancia de las materias de los otros profesores; al contrario, debe descubrir nuevos horizontes a sus alumnos y no ser fanático.
7-Al alumno débil debe presentársele cosas claras y no hacerle sentir que existen conocimientos más profundas que se le ocultan, pues eso entibiaría su deseo de instruirse y provocaría confusión en su espíritu; para los alumnos débiles hay que escoger materias fáciles y abordables con el fin de no hacerles sentir que son débiles y estúpidos, y no causarles mala impresión, pues tal autosugestión les haría mal.
8-El profesor debe aplicar su saber, sus actos no deben desmentir sus palabras. El Profeta ha dicho; "El hombre, si no aplica aquellos que sabe, no es verdaderamente sabio" y también "aquel que aumenta sus conocimientos pero no avanza por el buen camino, se aleja de Dios".